He dormido toda la noche , tras
mírame tumbada en mi cama. Desperezo mi cuerpo con una gran sonrisa, frente al
espejo rojo mi pelo con ambas manos, mi camisón entreabierto deja que al
mirarlo, estremezca mi cuerpo, cerrando los ojos al recordar la noche anterior.
Miro la hora, oh no! Otra vez
tarde, no he escuchado el despertador. El agua de la ducha está muy caliente,
no tengo tiempo para pequeñeces, a toda prisa me enfundo mis vaqueros , subo la
cremallera de mis botas, abrocho los dos últimos botones de mi camisa, y lista.
Salgo a la calle, ya con cazadora y bufanda.
Al bajar al portón lo primero que
veo es su gran sonrisa frente a mí : - buenos días vecina.
Mi corazón se detiene, el aire me
falta. Mis pasos se aceleran al notar mi cara sonrojarse tras darle los buenos
días.
El día en el trabajo se me hace
largo, no me centro y no consigo adelantar nada. Sus caricias, besos, su manera de poseerme
vuelven una y otra vez humedeciéndome.
Las siete de la tarde y sin comer
nada en todo el día, me despido de mis compañeros, mi estómago empieza a
reclamar algo sólido. Con paso ligero subo a mi ático, abro el refrigerador y
sólo encuentro un poco de fruta y una
botella de vino semi dulce. Me despojo de los altos tacones que durante
todo el día me han acompañado. Descorcho la botella de vino y con una copa en
la mano me dispongo a saborearlo frente al gran ventanal.
El sonido de mi ordenador me
reclama, un nuevo mensaje llama mi atención, mi curiosidad me puede, debo saber
que queda pendiente del día. El enlace me lleva a mi correo, las palabras que
veo me sobresaltan: - ¿Qué tal el día vecina?.
Miro tras la mirilla y sólo
encuentro el descansillo vacío, la sola sensación al pensar que se encuentra
dos pisos más abajo, me desborda. Necesito una fría ducha. Al llegar al baño,
la bañera me hipnotiza, haciendo que sucumba a su tentación, decido mimarme y
relajarme, a ver si ordeno mis pensamientos.
El baño parece de película, la
luz de las velas ilumina la gran bañera, añado unos pétalos de rosas y sales
relajantes, acompañándome sólo en mi bañera una copa de vino. Recojo mi pelo,
dejo caer la camisa quedando totalmente desnuda, uno de mis pies se sumerge en
la tibia agua, el calor sube rápido por mi cuerpo, la sensación es inmediata,
mi piel se eriza haciéndome cerrar los ojos.
Apoyándome en ambos lados de la
bañera me introduzco poco a poco en el agua. La espuma cubre toda la superficie
dejando sólo las aureolas de mis pechos sobresaliendo reclaman mi atención ,
los acaricio con suavidad, el calor que me provoca el agua, ¿ o tal vez es mi
excitación?.
Mis pies se acarician, mis piernas
siguen su juego, mi entrepierna se contrae y relaja al tacto de mis dedos.
Muerdo mi labio, ahogando el placer que siento en este momento. Pellizco mis
pechos aumentando mi placer, el grifo de la ducha roza mi cuerpo, el agua se derrama ante
mis movimientos. Un intenso orgasmo, acompañado de un gran gemido me relaja.
Termino mi copa, agradeciendo la
agradable sensación que deja a su paso.
El sonido de un nuevo mensaje me
hace acudir al salón, descalza y sólo con una toalla cubriéndome. El mensaje
vuelve a humedecerme:
-He imaginado tu baño, en
una hora comprobaré su efecto.
Enmanuellle L 19 de Enero de 2014
Si quieres leer la primera parte de este relato, pincha aquí: Un sueño hecho realidad (primera parte)
y después puedes leer la segunda parte: Un sueño hecho realidad (segunda parte)
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