El viaje por Andalucía era uno de mis sueños. Decido no pensarlo
más y tomar rumbo a Jerez, en los próximos días se daría lugar un gran
acontecimiento a nivel nacional.
A la hora prevista llego al hotel, la habitación es
sencilla, dos camas, una sencilla mesita, un aseo con ducha, el color gris de
la cortina entristece la pequeña estancia, sin pensarlo mucho sonrió, solo será
mi refugio en las horas de descanso.
Sin detenerme a deshacer la maleta, recorro la mayor parte
de tan bello pueblo andaluz. Las fotografías recogen la cálida luz que
acariciaba mi rostro, dejando impreso la alegría de las sencillas personas con
las que me encontró.
Una de las tabernas me llama la atención por la alegría que
desprende y alegra la calle.
El bullicio despierta en mí el deseo de entrar y saciar
tanto mi curiosidad como el hambre que ya
acompaña.
Sentada junto a la barra, observo un grupo muy animado que sonríe
y brinda por una larga amistad, entre ellos un atractivo hombre maduro
sobresale por su sonrisa y simpatía.
El montadito de lomo que acompaña a la cerveza disminuye
entre sonrisas sin dejar de observar al protagonista del grupo. Su mirada se
cruza con la mía dejándome sin aliento e intentando disimular el nerviosismo
que me provoca.
La invitación del desconocido no tarda en llegar, se lo
agradezco brindando con él en la distancia, cosa que el caballero no admite, con
una sonrisa se acerca a mí.
-Hola, mi nombre es José ¿y el tuyo?
-Me llamo María, gracias por la invitación.
La tarde va poco a poco desapareciendo en una conversación
animada, con la llegada de la noche me despidió justificando mi partida por la
temprana hora que reemprendo mi viaje, él aprovecha el último momento invitándome
a visitar Jaén, lugar donde reside.
El conducir siempre me ha relajo y decido poner en marcha el
motor del coche sin destino, disfrutando de los paisajes que me concedían las
carreteras nacionales. Dos horas después me encuentro recorriendo un mar verde.
A ambos lados de la carretera, cientos de olivos cubren cada palmo de terreno recordándome la invitación
de José. Decido mandar un mensaje
aceptando la invitación y en tan solo media hora, José es encuentra sentado a
mi lado en la pequeña terraza del bar donde
lo espero.
José luce una impoluta camisa blanca, corbata de rayas azules
y pantalones negros, me
parece una escena de lo más sexi, muerdo mi labio inferior, sonrió
consciente de que mis pensamientos no son los más apropiados.
La melodía de su teléfono le hace fruncir el ceño, un acto
que activa un hormigueo en mi estómago , tardando unos segundos en poder
controlar. El calor comenzaba a ser notorio, me dedica una sonrisa perversa
mientras me invita a visitar el pueblo y los alrededores.
Sin dudarlo acepto su invitación, emprendemos el camino
paseando por las estrechas calles, el calor comienza a ser agobiante, como un
caballero se ofrece ayudándome a desprenderme de mi chaqueta, sus dedos rozan
mi nuca antes de alcanzar el cuello de mi chaqueta retirándola con excesiva
lentitud, como si estuviera desenvolviendo un delicado regalo.
Me centro en sus
ojos, me contempla con ojos confusos, como si me conociera, no me dejo intimidar,
llevo mis manos al nudo de su corbata para aflojarlo y posteriormente,
retirarle la corbata con cuidado.
Nuestros pasos nos guían a uno de sus terrenos, un extenso
olivar. En cuanto nuestros rostros vuelven a encontrarse, continúo el juego que,
de forma sutil, hemos iniciado. Desabrocho los botones de su camisa, empezando
por arriba para ir bajando dejando su torso al descubierto, sus ojos fijados en
mis labios, sin duda es uno de esos hombres que le gusta cuidarse. Sonrió con
complicidad quitando mi camiseta, exhibiendo frente a él mi sujetador de encaje
negro.
-Ahora creo que deberías quitarte eso- digo señalando su pantalón
oscuro.
Desliza sus manos tras la espalda concediéndome el
privilegio de hacerlo por él. Decidida desabrocho el cinturón, hago lo mismo
con los pantalones y seguidamente los deslizo por sus piernas hasta retirárselos
por completo.
-¿Y ahora qué? –Pregunto reprimiendo una sonrisa- mi falda
parece ser lo único que sobra.
- Tienes razón, no combina con el paisaje.
No lo pienso más y desabrocho la cremallera de mi falda,
dejándola resbalar por mis piernas desnudas hasta detenerse en mis tobillos, me
acerco a este hombre tan atractivo que sigue observándome con detenimiento, nuestras
miradas se congelan seguidas por un silencio en el que los dos comenzamos a
respirar con irregularidad.
Su cuerpo colisiona contra el mío pillándome desprevenida,
sus manos rodean mi cintura haciéndome sentir la presión de su entrepierna clavándose
en mi ingle, me dejo llevar devolviendo cada uno de sus besos con
desesperación, mis manos acarician su ardiente piel.
Arrastro mis labios por su pómulo hasta llevarlos al lóbulo
de su oreja, lo presiono levemente con los dientes, el encaja su rostro en mi
cuello. Gimo en su oreja al sentir su cuerpo completamente enganchado al mío,
sus manos acarician mis muslos centímetro a centímetro acercándome a él.
Acaricio su entrepierna sintiendo su dureza en mi mano.
Mi caricia le gusta, su cuerpo reacciona en el acto, parece
estar ardiendo.
-¿Te excita la idea de que puedan vernos- me susurra separando sus labios de los míos.
-No más que a ti- susurro entre sus labios. Sonrío
fundiéndome en su cuerpo, jadea en ese instante desabrochando mi sujetador haciéndome
reaccionar mi cuerpo, rodeo su nuca con mis manos besándolo con voracidad
desmedida, el roce de sus manos contra mis pechos estimulan mis pezones endureciéndolos.
Bajo su bóxer hasta medio muslo, no me da tiempo a
deleitarme con su erección, una de sus manos desliza mi tanga percibiendo mi
humedad, utiliza su segunda mano para separar mi pierna derecha, quedando mi
sexo a su disposición, el placer me sacude cuando roza con su miembro las
puertas de mi vagina, jadeo al sentirla dura y resbaladiza deleitándome adaptándome
a su grosor, muevo mis caderas ansiosa, no cede a la demanda de mi cuerpo y
detiene la penetración..
-No pares- susurro con el pulso acelerado.
-¿Qué quieres?- mordisquea cuidadosamente mi barbilla.
-Ya lo sabes- contesto desesperadamente.
-Quiero oírlo- su morbosa insistencia consigue excitarme aún
más.
-Métemela….
Su pene invade mi vagina alcanzando más profundidad de que
imagino, me llena por dentro, escucho el sonido seco de sus testículos chocar
contra mí, me dejo llevar por el constante balanceo, fuerte, dominante, mi
cuerpo se acopla con el suyo sin dejar el mínimo hueco entre nosotros, lo
necesito, anhelo su ferocidad más que cualquier cosa.
-¿Así te gusta- susurra con la voz entrecortada.
-Siii – contesto entre gemidos.
Un nuevo sonido proviene de él, consigue aturdirme tensando
mi cuerpo precipitando en mi un incontrolable placer que me lleva al orgasmo
entre desmedidos jadeos al tiempo que él libera su densa carga en mi interior.
Enmanuell L 21 de Noviembre de 2015
Sabes... esa forma de relatar es, por lo menos para mi magnifica, entas en el relato con los detalles de situacion, con ese rol que le vistes, que te haces casi ser parte de el y con el misterio que te envuelve, ese juego entre la realidad y ficción es una pasada para la imaginación de quien te lee.
ResponderEliminarHacia tiempo que no escribias y me alegra que vuelvas ha hacerlo y tan enmanuel como siempre.
Yo estare siempre para leerte.
Besos y feliz dia.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMaravilloso relato. ..besos querida Enma..!!!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
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