sábado, 16 de enero de 2016

Confesiones de una amiga ( la cita )


La vuelta a casa fue silenciosa, Miguel conducía escuchando su emisora preferida, yo miraba tras el gélido cristal de la ventana, la noche anterior había dejado recuerdos grabados a fuego en mi mente.
Salvador me había dominado consiguiendo satisfacerme en cada uno de los momentos. Su habilidad, el fuego de sus labios,  la fuerza de sus embestidas me excitaba solo con recordarlo.

A la mañana siguiente despierto sobresaltada, las escenas en mi mente se repiten sin cesar, al girar mi cabeza Miguel continua dormido, la alarma de su móvil no deja de sonar, silenciosamente salgo de la cama y me dirijo al salón, sobre la mesa su móvil, retraso el nuevo aviso de alarma y vuelvo a dejar el teléfono. 

Deslizo mi mano por mi cabello, tomaré una infusión y volveré a la cama.





 Repaso mentalmente la noche anterior, mi cuerpo comienza a vibrar, cruzo el pasillo descalza, mis ojos quedan fijos en el teléfono de Miguel, observo como duerme y vuelvo al salón.
Imágenes de chicas rebosan en cada una de las carpetas, sonrió. 

Decido revisar el registro de llamadas, la última es de Salvador antes de nuestra alocada cita, mis dedos reaccionan solos perfilando mis labios. ¿Me atreveré a llamar?

-Hola... -Estoy bastante nerviosa y no me salen las palabras.

-¿Dígame? -Responde una dulce voz al otro lado.

-Sí. –mí nerviosismo es evidente -¿Me recuerdas? Nos conocimos anoche, acompañaba a Miguel.

-Claro, como olvidarte.
Mis manos tiemblan intentando relajar mi voz, deseosa de quedar con él no dilato más y se lo propongo directamente.




 -Por supuesto, me imaginé que así sería, yo también deseaba hablar nuevamente contigo, pero entenderás que me gustaría antes tomar algo y así conocernos bien.

Me da la dirección de un bar del centro. Lo conozco, aunque nunca he entrado.

Quedamos en vernos allí el viernes por la noche. Los días pasan despacio, pero al fin llega el momento. Intento elegir ropa provocativa, para causar buena impresión. Es curioso, porque nunca imaginé que nos citaríamos para conocernos mejor.

 Entro en el bar llego un par de minutos tarde, por culpa del aparcamiento, así que espero que este allí. Lo único que se de él es que se llama Salvador.

La localizo enseguida. Me mira, sus ojos marrones me entusiasman. Hace un gesto al verme, pero no le veo muy convencido. Supongo que la idea de tener una cita conmigo no le hará especial ilusión, pero si estamos en esta situación será porque de alguna manera ha accedido a ello. Nos saludamos con un par de besos.

Hablamos, primero de cosas banales,  después de cosas más relacionadas con el sexo, pues al fin y al cabo para ello habíamos quedado y todo hace indicar en que no habrá ningún problema.

Me caen bien, Salvador tiene una personalidad arrolladora. Es el centro de la conversación, y yo ya fantaseo con que más adelante lo será de un encuentro sexual que espero con ganas.



Él me parece que está muy bueno. Es atractivo, alegre, tiene una sonrisa muy bonita y unos ojos marrones que embelesan a cualquiera.  No sabría decir cuántos años tiene, unos 45, quizá 50. Es comercial, pienso que en su trabajo debe traer loca a más de una.

Me mira, diría que están buscando mi aprobación para acceder a su juego.

-Me gustas, así que si te parece bien podemos acabar de tomar las cervezas e ir a mi casa. Vivo aquí al lado, a cinco minutos a pie.

-Perfecto, tú a mí también, la verdad. -Digo escuetamente.

-Lo único, te quería proponer una cosa, no tienes por qué aceptarla.

Dime, seguro que no es para tanto. -Tenía cierta curiosidad.

-Tengo algunas fantasías en mente, alguna vez las he propuesto, pero que nunca he conseguido. Tú, ¿las harías?

La sensación que  me produce  es bastante placentera, mi tanga se inunda de humedad al rozar mis muslos, sin duda me provoca acceder a cada una de sus pretensiones y sé lo hago saber con una sonrisa. Acabamos las cervezas y salimos del local.

Vamos caminando hacia su piso. Llegamos por fin y subimos el ascensor es un cuarto. Mejor, la tensión entre ambos aumenta con la cercanía de nuestros labios, su mano rodea mi cintura presionando su cuerpo contra el mío, sonríe al sentir el poder que tiene sobre mi deseo.

Entramos a su casa y él me ofrece algo de beber. Lo rechazo con educación mientras nos dirigimos al salón.

-¿Estás segura de querer hacerlo? -Me pregunta.

-Claro. -Yo no sé si lanzarme a besar sus labios, es una situación algo extraña.

-Yo tengo muchas ganas de poseerte. -Sorpresivamente esa afirmación sale de boca de Salvador.

-Y yo de que lo hagas, de verdad. -Aseguro.

-Vale, tengo una idea. ¿Por qué no me esperas en la habitación mientras voy al baño? Así, cuando vuelva empezamos con los besos y ya nos arrancamos los dos. -Dice sonriente, pero con un deje que hace que me ponga cachonda.

-Perfecto. -Respondo.

-En ropa interior, por favor. Quiero ponerme caliente en cuanto entre y te vea.



Continuara……


                   Enmanuell L 17 de Enero de 2016