Una noche de calor
Que
noche más calurosa, , es tan tarde que no veo la hora, el calor me
recorre, debo salir de casa.
Me ducho con agua fría,
salgo a la calle y emprendo un camino que no conozco, solo quiero que la brisa de la noche me satisfaga
Las calles están
solitarias, solo al final un grupo de personas se aglomeran en la entrada de un
local, me dirijo hacia ellos, se trata de una exposición de pintura con motivos
taurinos. Me parece una buena opción para
pasar la noche y viéndolo bien, el aire
acondicionado me reconfortara.
En el centro del local la
pintora atiende a cada uno de los asistentes, soy muy observadora, la sigo con la mirada, se ve
radiante y satisfecha de su trabajo, una mujer decidida y emprendedora.
De vez en cuando recorre
con la mirada todo el local, está decidida a que sea una noche perfecta,
su mirada siempre se detiene más de lo
habitual en un chico moreno sitiado al final de la sala, su mirada en ese
momento se vuelve felina, el chico la mira con el mismo juego.
Me parece estar viviendo
una historia de cortejo en primera persona y decido quedarme hasta el final.
Con una copa de vino en la mano, un Vega
Sicilia exquisito, me dispongo a ser una espectadora silenciosa.
El juego entre los dos me
cautiva, las miradas, miradas atentas a labios deseosos. Un simple gesto de
ella lo invita a acercarse recibiéndolo con una copa de vino, las sonrisas de
ambos al sentirse deseados.
Detienen su paseo ante un
dibujo insinuante, un toro en todo su poderío embistiendo a su hembra, ella osa
comparar al chico con ese dibujo, lejos de cohibirle a él le hace gracia y
continua su juego erótico atrayendo a la chica más deseada de la noche., su mano
al acercarse, acaricia su brazo casi de
una manera prohibida, baja por su espalda dejando que sea la cintura de la chica
la que detenga su caída, su respuesta es
un ligero contoneo de sus caderas acercándose a el rozando con descaro lo que
tanto desea desde que sus miradas se cruzaron.
Mi copa se a quedado seca
sin apenas apreciarlo, sigo de cerca a ambos jugadores deleitándome en cada
gesto y palabra. Al acercarme noto la gran energía que ambos desprenden, es energía
sexual, la misma energía que me hace cómplice
de su juego deseando ser yo la protagonista de tal deseo.
Tras dos horas observando
como el chico desplegaba todas sus armas observo que se dirige a los lavabos,
su excitación es evidente al caminar, decido ir tras el deseando saber cuál será
su próxima jugada. Tras de mi unos pasos
decididos hacen que abra una de las puertas de los aseos masculinos, no debe de
verme nadie y sin pensarlo subo lo más alto que puedo dejando mis zapatos tras
de mí.
El habitáculo es pequeño
pero el destino ha sido complaciente conmigo haciendo que sea el continuo al
chico. La puerta vuelve a abrirse, escucho unos zapatos de tacón aproximándose,
las paredes separadoras no son muy altas
y mis ojos traviesos observan sobre la altura lo que sucede. La chica ha
acudido tras el abriendo la puerta y
dejando que sus manos acariciaran su espalda bajando a sus nalgas dejando sus
dedos marcados al apretarlas, el suspiro
que el chico ha dado a echo que mi tanga se humedezca y sean mis dedos los que ahoguen
la excitación que me recorre.
El aroma de la
pintora y su gran seguridad apresan a su
acompañante dejando que sean sus manos las que se introduzcan bajo sus
pantalones de lino color crema liberando su gran verga, de un solo movimiento
la apresa con su brazo deslizándola delante de él, sus dedos hábiles destrozan
su tanga mientras besa sus labios con lujuria.
Mis dedos no pueden
reprimir el deseo buscando el centro de mi deseo, mi clítoris erecto disfruta
de cada dedicación de mis dedos. La excitación
es más fuerte que yo, cuando observo el cuerpo de la chica caer lentamente por
el , deslizándose sudoroso y deseoso, clavando se verga en ella, haciendo que
un gran gemido desahogue su cuerpo, con rapidez la lengua del chico acalla el
disfrute que ambos sienten,,, bueno, que los tres sentimos ,soy placer a mi
cuerpo observándolos, mis dedos han aligerado el ritmo, al mismo ritmo de las sacudidas
existentes . Los ojos del chico se han
clavado en mí, los míos en el , ambos disfrutamos mi intromisión haciendo que
nuestros cuerpos dejen salir un estallido de placer.
Recompongo mi ropa y salgo
apresurada del aseo masculino, al abrir
la puerta es su sonrisa la que me despide, ayuda a su amante ocasional.
De vuelta a casa repaso
mentalmente tal situación y su grado de excitación estremeciéndome, la puerta
no abre con mi llave, ya he vuelto a equivocarme, una voz tras de mí se presta
a facilitarme la entrada, al levantar mi vista reconozco su cara, es el chico
de la vinoteca que acude acompañado.
Dos horas después y tras
una ducha de agua caliente que me
despejara, el sonido del timbre me devuelve al presente , al abrir la
puerta,,,,,,
Enmanuelle ocho de Septiembre de 2013
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