Corrida en el parque
Como todas las mañanas me dispongo a correr una hora, unas mallas negras, camiseta de tirantes, ropa interior cómoda y el pelo recogido en una cola. La música me acompaña cada día, mi móvil en el brazo y los cascos, cierro la puerta, el día está nublado pero no me importa, necesito despejarme.
Como todas las mañanas me dispongo a correr una hora, unas mallas negras, camiseta de tirantes, ropa interior cómoda y el pelo recogido en una cola. La música me acompaña cada día, mi móvil en el brazo y los cascos, cierro la puerta, el día está nublado pero no me importa, necesito despejarme.
El camino verde esta concurrido esta mañana, somos desconocidos cada cual en su mundo que al cruzarnos nos saludamos con un simple gesto o un -buenos días-.
La música se ha parado de repente, un tono me hace saber que acaba de llegar un mensaje, paro a mirarlo y una sonrisa aparece en mi cara, es el chico que se dedica a conquistarme sorprendiéndome cada día.
Le comunico donde estoy, después hablamos al llegar a casa. La música vuelve a sonar y vuelvo a emprender la marcha, minutos después un nuevo mensaje llega, me conoce muy bien , sabe que su juego me atrae, me pide que describa mi atuendo de hoy , como buena chica obediente le describo cada una de ellas incluida la ropa interior .
Vuelvo a intentar retomar mi marcha, me es imposible ahora, es el quien me describe con todo lujo de detalles donde está,,, sobre su cama solo con un slip, dedicándome palabras prohibidas que me estremecen.
Decido sentarme en un banco cercano, los mensajes provocadores son incesantes, a él le gusta jugar conmigo y yo disfruto cuando lo hace.
Imagino su mano sobre su pecho simplemente acariciándolo, sus dedos levantando el slip, siento como me humedezco y cierro los ojos intentando centrarme. No es el mejor sitio para dejarme llevar, observo a mi alrededor, cerca se encuentra un centro comercial y hacia allí me dirijo.
Durante el camino sus palabras se encargan de mantener encendido mi deseo, le comunico mi intención de liberar mi cuerpo, durante un momento sus palabras no surgen, ahora soy yo quien le ha dejado mudo y sonrío.
El aseo esta vacío, miro cada uno de ellos, es el más apartado de la zona comercial y no es muy concurrido, el último de ellos será mi abrigo.
Al entrar no puedo resistir más el deseo y mi mano apresurada recorre mi pecho acariciándolo. Es el momento de jugar y busco a mi acompañante, él en su cama y yo en un centro comercial guiamos nuestras manos dándonos placer, el dirige mis dedos dejando mis pechos descubiertos, mi saliva pasa a ser el lubricante perfecto estando erectos.
La malla cae al suelo, mi pasión es más fuerte que mi prudencia; dos de mis dedos recorren mi vulva excitada haciéndome apoyarme en una de las paredes, mis gemidos empiezan a ser cada vez más continuados y graves, mi garganta se abandona al placer.
El temblor de mis piernas, el sudor recorriendo mi cuerpo, las palabras de mi amante ocasional, me delatan cuando inesperadamente el sonido de un carrito de limpieza entra en los aseos, mi sujetador es mi única opción a mano para acallar el brutal orgasmo que comienzo a sentir por todo mi cuerpo.
Al salir, la empleada mira mi aspecto, sudoroso, risueño, el pelo alborotado que me apresuro en recomponer en algo parecido a la cola de caballo que llevaba, refresco mi cara con agua fresca y con una amplia sonrisa le dedico unos -buenos días- que me devuelve perpleja.
Mi amante, satisfecho al conseguir excitarme con solo sus palabras, me invita a tomar un refresco, deseoso de conocer hasta el más mínimo detalle de mi estado.
Los dos coincidimos..., solo es un juego en el que ambos estamos decididos a disfrutar .
Enmanuelle 18 de Septiembre de 2013
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