Son las tres de la mañana, el calor y los nervios acumulados durante todo el día, han conseguido que Morfeo no acuda a su cita conmigo. Cambio de canal buscando algo que me haga desconectar, varios programas de televisión acaban por aburrirme, decido poner algo de música y me dirijo a la ducha. Una ducha de agua fría hará que mis ánimos dejen que descanse.
´´Equivocada´´ es la melodía que suena como un lamento por toda la casa, la puerta del aseo permanece abierta, quito mi ropa frente al espejo, dejo que mi pelo caiga sobre mis hombros liberándolo de la cola que todo el día lo ha mantenido en su lugar.
El contacto del agua fría sobre mi piel caliente hace que un respingo me eche hacia atrás, poco a poco me habituó, dejo que el agua fría caiga por mi rostro, necesito que limpie mi mente de tan largo día.
El gel con aroma a frutos rojos recorre mi cuerpo acompañado de mis manos suavemente, es mi momento y lo disfruto aprovechando que todos descansan en sus alcobas plácidamente.
Al bajar mis manos por mi cuello cierro mis ojos y mi mente traviesa comienza a recordar o imaginar momentos placenteros de mi vida. Siento que me observas desde el espejo, tu mirada fija mueve mis manos, una gran toalla mullida me cubre, apago la vela y me dirijo al salón.
En el salón solo la luz tenue del televisor refleja mi camino, retransmiten la serie que me gusta y me dispongo a verla. Apoyo uno de mis pies en el suelo, subiendo el otro al filo del sofá para embadurnarlo de la crema que los hidrata, un vaso con hielo y wiski es mi compañía.
Tras terminar con uno de los pies hago lo mismo con el otro, atenta miro la pantalla, mis manos siguen con su tarea subiendo con delicadeza mis piernas. Al llegar a mis muslos, mis piernas se abren dejando paso a mis manos. El calor que desprende el masaje hace que cierre mis ojos volviendo a verte frente a mí.
Mis manos suben a mis pechos dejándolos sedosos, pellizcando mis pezones resbaladizos. Subo ambos pies al filo del sofá apoyando mi espalda, mis dedos vuelven a embadurnase de la crema que me cubre.
El relajante masaje va subiendo por mis muslos llegando a mi vulva, mis dedos maestros la acarician con la melancolía de tu boca, el calor de la crema y el masaje hacen casi inevitable que me inunde el primer orgasmo arañando con la mano que me sostiene a la tierra el sofá que acalla mis gemidos.
El calor del deseo hizo que una idea rondara mi cabeza, mi cuerpo ardía notaba como mi excitación se desbordaba, al girar la cabeza mis ojos se detienen en mi bebida. Necesito refrescarme, acerco el vaso a mis labios dando un pequeño sorbo, una gota fría cae sobre mi pecho derecho, dejo que el vaso recorra mi cuello, el contraste con mi cuerpo hacen que sensaciones variadas me invadan, mis dedos atrapan dos de los cubitos deslizándolos por mi pecho dejando que se deslicen por mi vientre derritiéndose, dos nuevos cubitos recorren mi cuerpo …
Tu sonrisa perversa sacude una y otra vez mi cuerpo haciéndome totalmente tuya incluso en la distancia.
Enmanuelle 17 de Septiembre del 2013
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