lunes, 14 de diciembre de 2015

Cita de Sábado noche (tercera parte)



La vuelta a mi casa fue relativamente tranquila, en parte, habíamos saciado el deseo que nos invadía.

La puerta del aparcamiento volvió a marcar el camino de sus dedos sobre mi pierna.

Al aparcar, la oscuridad que nos envolvía desato nuevamente el juego entre nuestros labios, la lucha   entre ambos acababa de empezar.

Furtivamente recorrimos el poco espacio que nos separaba del ascensor, un espacio reducido donde su cuerpo y mi cuerpo ardían nuevamente, mis dedos desabrocharon dos de los botones que cubrían mi pecho, invitando a mi acompañante a jugar.





Una fugaz mirada al abrirse la puerta para comprobar la soledad del rellano, nuestros pasos acelerados alcanzaron la puerta de entrada, una vez dentro, la liberación que sentimos nos hizo cómplices.

Él conocía bien la estancia, se dirigió a la cocina dejando sobre la mesa el vino elegido para la cena, yo me dirigí al dormitorio, la agresividad de nuestro encuentro en el polígono había destrozado una de mis medias, el calor de su aliento sobre mi cuerpo y su voz entrecortada me hizo temblar, roce con mis dedos su cara, su cuello, sus dedos recorrieron mis labios introduciéndolos en mi boca, donde gustosamente, acaricie con mi lengua al tiempo que desabrochaba su camisa.

   Disfrute del tacto de su piel durante cinco minutos, siendo consciente del tiempo que llevaba la cena en el horno.

-¿Te apetece una copa de vino?- su afirmación relajo el momento, descorché un vino blanco semidulce destinado al aperitivo.

Con una copa en cada mano me dirigí nuevamente al amplio salón, ataviada solamente con mi picardías. Él, relajado descansaba sobre el sofá, leyendo los últimos mensajes de su atareada agenda.




Deslizándome sobre sus piernas le ofrecí la copa, aceptó el sorbo de vino que le ofrecí de mis labios, su mano recorrió mi espalda acercándome a él.  Bajo el tanga su glande buscaba mi calor.  Su mano se abalanzo sobre  uno de mis pechos, llevándolo a su boca.

Las copas de vino sobraban en nuestro juego, me deje caer sobre sus piernas quedando frente a él arrodillada, acaricié con la yema de mis dedos sus piernas atrapando su ropa interior a mi paso, su mirada y mi mirada desencadenaba el morbo que ambos deseábamos.

Volví nuevamente sobre mis pasos, esta vez con mi lengua, dejando marcado en su piel el deseo que me invadía.





Su temblor era patente, mis labios lo excitaban, mi lengua le quemaba y yo disfrutaba cada momento, con un leve movimiento mi húmeda lengua acaricio sus testículos, su pene incremento su tamaño con el calor de mi boca, lo recorrí  lentamente con dulzura.


Bese su húmedo  glande deseoso de mis labios, jugué con él, acaricie su pene con mi tímida lengua, mis ojos quedaron huérfanos de su mirada, el suspiro de su boca me invitaba a continuar….



         Enmanuell L 14 de Diciembre de 2015


1 comentario:

  1. Una historia sumamente erótica,con tintes de pasión desenfrenada. Lo que me deja muy claro es que siempre hay un roto para un descosido. Hasta la próxima historia, la esperare con gusto...

    ResponderEliminar