Cada cual, busca a su
manera, la felicidad.
Para mí, este momento, es de
felicidad. El día esta nublado, la brisa del mar no es cálida, el mes no lo
permite.
El sonido de las olas, es el único
que tiene la valentía, de romper la
calma que existe en esta pequeña cala.
He traído una pequeña silla, que
me sirve de mesa para mi cuaderno, yo, prefiero fundirme con la arena.
El sol se refleja en el agua con
tal intensidad que parece infinito, todo lo que veo me trasmite tranquilidad.
Cerrar los ojos, dejar que los
sentidos liberen la tensa calma que está casi por estallar ¿ lo podéis
imaginar?
Imaginemos una historia en este
mismo lugar: una chica buscando un punto de fuerza para poder cambiar su situación
actual, la pequeña cala la acoge, de pura casualidad, el destino es caprichoso
y le da armas con las que volar, unas
alas prestadas, que le dieron libertad. Lo rutinario se vuelve cada día en una historia nueva que disfrutar.
Pasado un tiempo, todo cambia sin
poderlo evitar, la realidad se vuelve más cruda cuando todo se comienza a
marchitar. En su pecho un hondo malestar, pensó en cosas que eras fantasías,
queriendo convertirlas en realidad.
Que mala compañera la soledad,
incluso rodeada de gente, de compañera la soledad.
La playa esta vacía, una pareja
con su niño pasean hasta llegar a un pequeño chiringuito.
Si prestas atención, el mar te habla, las olas repiten una y otra
vez lo que no quieres escuchar, en mi caso, las lágrimas quieren unirse al mar.
¿Porque siempre me rió cuando lo que quiero es llorar?
Lo que hacemos en la vida se deriva
de lo que vivimos, lo que nos hacen, es lo que intentamos cambiar, para dejar
un camino más sereno a quien nos siguen detrás.
Influyen las personas que te
aman, las que te apoyan y aconsejan, las personas que te dañan solo porque uno
se deja avasallar.
Influye tu carácter, tu fuerza,
la gente que vas conociendo y de la que aprendes agradeciéndoles su paso.
Influye el interior de uno mismo,
estar en paz, admiro a quien puede cerrar páginas dejando palabras a medio
contestar.
A medida que escribo el sonido de
las olas no brama igual.
No hay motivos para buscar un
culpable, cada vivencia tiene su tiempo y lugar.
Me duele pensar en las personas
que he podido defraudar y tantas veces han estado junto a mí en este mismo lugar. Me duele no ser un
reflejo en el que no poderse reflejar, fallarles a ellos es como morir sin
intentarse suicidar.
El tiempo ha pasado, el brillo
del sol se ha deslizado de lugar, nubes de algodón comienzan a llegar.
Donde antes hubo brillo, ahora empieza la oscuridad.
Las olas me despiden, ya es la
hora de marchar
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