viernes, 21 de febrero de 2014

Cada cual, busca a su manera, la felicidad.



Cada cual, busca a su manera, la felicidad.

Para mí, este momento, es de felicidad. El día esta nublado, la brisa del mar no es cálida, el mes no lo permite.

El sonido de las olas, es el único  que tiene la valentía, de romper la calma que existe en esta pequeña cala.

He traído una pequeña silla, que me sirve de mesa para mi cuaderno, yo, prefiero fundirme con la arena.

El sol se refleja en el agua con tal intensidad que parece infinito, todo lo que veo me trasmite tranquilidad.

Cerrar los ojos, dejar que los sentidos liberen la tensa calma que está casi por estallar ¿ lo podéis imaginar?

Imaginemos una historia en este mismo lugar: una chica buscando un punto de fuerza para poder cambiar su situación actual, la pequeña cala la acoge, de pura casualidad, el destino es caprichoso y le da armas con las que  volar, unas alas prestadas, que le dieron libertad. Lo rutinario se vuelve  cada día en una historia nueva que disfrutar.

Pasado un tiempo, todo cambia sin poderlo evitar, la realidad se vuelve más cruda cuando todo se comienza a marchitar. En su pecho un hondo malestar, pensó en cosas que eras fantasías, queriendo convertirlas en realidad.

Que mala compañera la soledad, incluso rodeada de gente, de compañera la soledad.

La playa esta vacía, una pareja con su niño pasean hasta llegar a un pequeño chiringuito.

Si prestas atención,  el mar te habla, las olas repiten una y otra vez lo que no quieres escuchar, en mi caso, las lágrimas quieren unirse al mar.

¿Porque siempre me rió cuando  lo que quiero es  llorar?

Lo que hacemos en la vida se deriva de lo que vivimos, lo que nos hacen, es lo que intentamos cambiar, para dejar un camino más sereno a quien nos siguen detrás.

Influyen las personas que te aman, las que te apoyan y aconsejan, las personas que te dañan solo porque uno se deja avasallar.

Influye tu carácter, tu fuerza, la gente que vas conociendo y de la que aprendes agradeciéndoles su paso.

Influye el interior de uno mismo, estar en paz, admiro a quien puede cerrar páginas dejando palabras a medio contestar.

A medida que escribo el sonido de las olas no brama igual.

No hay motivos para buscar un culpable, cada vivencia tiene su tiempo y lugar.

Me duele pensar en las personas que he podido defraudar y tantas veces han estado junto a mí  en este mismo lugar. Me duele no ser un reflejo en el que no poderse reflejar, fallarles a ellos es como morir sin intentarse suicidar.



El tiempo ha pasado, el brillo del sol se ha deslizado de lugar, nubes de algodón comienzan a llegar.

Donde  antes hubo brillo, ahora empieza la oscuridad.


Las olas me despiden, ya es la hora de marchar

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