Mi cabeza apoyada sobre la
almohada, mis ojos, humedecidos de lágrimas fugaces.
La vela se consume, la luz cada
vez es más tenue, lucha por no desaparecer aun así, sabiendo su destino.
Me consumo con ella, mi ilusión hace
días que no me acompaña, mi sonrisa olvidó volver a reflejarse en mi rostro, la
luz de mis ojos perdió su brillo, cada parte de mi cuerpo abandona su cometido.
Recuerdos lejanos acuden galopantes,
sentí muchas veces que mi vida iba muy rápida, descubriendo lo bueno y malo del
día a día, riendo y llorando cuando pertenecía, saque valor de donde no lo había.
Siento y sé que he dejado huella,
entregando amor a quien me quería conocer,
el mismo amor fugaz de las personas que conocí
y hoy no están, volaron al abrir una ventana.
Afronté con firmeza cada una de
mis decisiones, siendo así, mi felicidad
intercalada.
Estoy cansada, mis párpados
doloridos quieren cerrarse y descansar.
Hace frío, tapo mi cabeza y cara
helada, cierro mis ojos cansados al tiempo que la vela se apaga, despertaré
cuando mi cansancio no duela.
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