Hace frió, no debería abrir hoy la tienda, seguro que nadie
se atreve a salir a la calle.
Abro la puerta de mi negocio, al entrar lo miro, cuantas
horas e ilusiones he dedicado a él.
Cierro la puerta tras de mí, me dirijo detrás del mostrador,
abro el cajetín, subo el térmico de la luz y doy vida al local. La calefacción
debería haberla dejado puesta, mis manos están frías.
Dedico el tiempo necesario a recomponer la tienda tras el
día anterior, todo está ´´manga por hombro´´. Salgo a la calle, las chimeneas
encendidas hacen que las posibles clientas declinen alguna vaga idea de
salir de casa. La calle esta vacía y
decido entrar de nuevo. Subo la música, estoy segura que nadie entrará y me
dejo llevar por la melodía incluso imitando al cantante de turno.
Después de algún tiempo, decido centrarme y organizar el
almacén, la ropa de verano está llegando y es ahora cuando el frio
comienza……menudo lío aquí dentro. El ajetreo me ha dado calor y ya me sobra el
polar, de cuando en cuando, vuelvo a salir con la ilusión de que alguna clienta
decida visitarme, dando con mi gozo en un pozo en el almacén muevo, vacío, cuelgo
y ordeno, ropa que se debe de estar dispuesta para la próxima temporada. Melendi me hace sonreír, me deja sin respiración al intentar seguir sus letras con
los enanitos.
Una carcajada hace que
salga de mi mundo en ese momento, dirijo mi mirada hacia la pequeña puerta que
comunica el almacén con la tienda.
Un chico apoyado en el
resquicio de la puerta me mira divertido, mis movimientos se paran en seco,
creo que estoy avergonzada, el calor de mi cara me hace presuponerlo.
Me recompongo el pelo
volviendo a hacerme la cola y con paso firme me dirijo hacia él. Se presenta, y yo, con una sonrisa, lo invito
a salir del almacén. Un escalofrió me recorre la espalda, voy tras él y el
aroma que deja tras de sí me embriaga.
Dedico el poco
recorrido del que disfruto, para observar su cuerpo, no está nada mal.
Frente al mostrador
vuelvo a ser la chica emprendedora y seria.
Me sonríe, vuelve a
presentarse y me ofrece su mano, una mano más grande que la mía, suave, firme,
acompañada de una sonrisa que me desarma. Durante cinco minutos me ´´vende´´ su
producto. Se excusa y sale del local
para ir a buscar su maletín, en ese momento aprovecho para retocarme un poco, a
su vuelta la conversación es amena.
Él describe cada una
de las ventajas de sus productos, mis ojos no pueden evitarlo, sus labios me
parecen muy sexis y los miro lo más disimuladamente que puedo. El calor me va
invadiendo, lo que mi mente imagina hace que mi piel se erice. Su traje le
queda como un guante, su maletín repleto de artículos va vaciándose, yo muy
curiosa, le invito a que lo haga.
Recibo cada uno de los
artículos que él me ofrece con mis manos, el leve roce de las suyas hace que muerda mi labio
inferior de forma
instintiva.
Su mirada se ha
detenido en mí, me observa sin decir nada, sólo me observa. Siento en mi pecho
la respiración acelerándose, un suave
suspiro evita que me desmaye. Su sonrisa al advertir mi nerviosismo seca mi
boca, necesito agua y ya.
Una clienta abre la
puerta, la recibo como agua de mayo. El decide recoger los artículos, desde
cada uno de los rincones al que me dirijo con
mi clienta, repaso sus movimientos.
¿ qué me ocurre con él?
Tras despachar y
cobrarle a la clienta, volvemos a quedarnos solos. Él muy galantemente le abre
la puerta y vuelve a cerrarla cuando sale.
Su mirada ahora es más
intensa, busco la botella de agua, me abrasa su mirada. Al beber sus palabras
me hacen reír :-¿ te provoco calor?. El
agua cae por mi cuello, dejando mi pecho
humedecido. La camisa ha quedado pegada a mi piel, el frió que me
recorre, invita a mis pechos insinuarse marcando su volumen.
Con un rápido movimiento me cubro, él ha dejado de reírse y
mira mi pecho con la mirada fija. Siento
el fuego que le ocasiono, decido dejar que su mirada me recorra.
Las llaves de la tienda están sobre el mostrador, le miro,
su excitación ya no puede disimularla, me dirijo hacia la puerta de salida, al
llegar a su altura me detengo, es más alto que yo. Por un momento que parece
una eternidad, recorro su cuerpo dejando que mi deseo actúe. Mis ojos me
delatan, el fuego cruzado de nuestras miradas nos incita.
Cierro con dos vueltas de llave el local, me disculpo ante él
para dirigirme hacia el almacén. El frio
es intenso y enfermaré si no me cambio la camisa.
Con cada uno de los botones mi mente no deja de
atormentarme, deseo que sea él quien me ayude, sí lo deseo..
Ya no siento frio en el almacén, el calor que mi cuerpo
desprende pensando en el despoja de todo atismo del ambiente gélido. , dejo que
mi camisa caiga por mis brazos, continuo con los ojos cerrados imitando sus
movimientos.
Un gemido llama mi atención, al girarme, su mirada me
penetra, su cuerpo apoyado en el resquicio de la puerta me excita. Su mano
acaricia su pantalón, su boca me sonríe atrayéndome, giro mi cuerpo hacia él. Dejo al descubierto mis pechos, el temblor
que me ocasiona y su boca, encienden el
deseo que busca provocarme.
¿Te ayudo?.-Sus palabras me dejan a su disposición, se acerca a mí, sus
manos suaves acarician mi cara, bajan por mi cuello, recorriendo mis hombros
erizándolos.
Sus labios depositan en mí un cálido y lento beso. Sus manos
bajan los tirantes de mi sujetador, deja ante él todo mi pecho descubierto,
Lame sus labios, su pícara sonrisa desaparece.
Dejo que sea él quien dirija mis movimientos, su mano acaricia
la
mía, la desliza por su cuerpo, mis ojos admiran como los suyos se cierran a mi
tacto. Bajo por su pecho, mis dedos inquietos cobran vida propia al acariciar
la cremallera de su pantalón, absorbo el suspiro que su boca libera.
Su cuerpo se contonea con las caricias de mi mano, solo tres
de sus dedos acercan mi boca a la suya. Su mano acaricia mi espalda despojando
mi mente de tabúes que me retienen. El beso que me ofrece casi me derrite. Baja delicadamente por mi cuerpo,
despojándolo de ropa que me cubre, quedo desnuda frente a él, se deleita
mirándome, en este momento sabe con firmeza que cada una de sus palabras será
una orden para mí.
Su brazo rodea mi
cuerpo con fuerza, contra la pared me siento una pluma acoplada a su cuerpo.
Mis labios se dedican con deseo a devorarlo.
Juega con mi cuerpo, guiando mis manos, haciendo que su poderosa erección sea a cada momento más
apetecible para mí.
Sobre le estantería sobra todo lo que había ordenado, muerdo
su cuello al mismo tiempo que mi mano deja libre su deseo, mi largo pelo se
enreda entre sus dedos
Disfruta de mi cuerpo tembloroso, no es el frio el que me eriza, es su forma de dominarme.
Entre suspiros y embestidas, la excitación deja paso a una
explosión de orgasmos simultáneos de ambos.
Media hora más tarde,
me deposita en el suelo con una gran sonrisa, con su mano despeja mi
cara de una melena empapada de sudor. Sin mediar palabra, nos dedicamos a
vestirnos el uno al otro, dejando paso a
un sinfín de juegos casi más placenteros que los vividos minutos antes.
Me dirijo hacia la puerta decidida a salir, su mano me
retiene justo en el resquicio de la
puerta. Me gira sobre mi misma y deposita un beso en mis labios. Sus ojos
ardientes hacen que todo lo ocurrido devuelva a mí el deseo de poseerlo.
Tras el mostrador me aseguro que nadie ha estado cerca de la
puerta ni ha recibido el calor que sin duda se ha originado. Mis ojos repasan a
mi amante al salir del almacén, sus pasos se paran frente a mí, su sonrisa
mmmmm ….
Su sonrisa, al sacar
una tarjeta de presentación y acercarla a mí,
despidiéndose después hasta desaparecer por la puerta.
Miro el nombre impreso sonriendo, decido guardarla en un
lugar especial, cuando al dar la vuelta unas palabras dejan las puertas
abiertas a próximos encuentros. ´´la
presentación de los nuevos artículos será la próxima semana´´.
Enmanuelle L 04 de diciembre de 2013