Que persistente es Noelia, por esa misma persistencia he
cedido a lo que ella quería.
A primera hora de la mañana se ha asegurado de que no me
falte ni el más mínimo detalle. No me
deja oportunidad para negarme. Iremos de piscina sí o sí.
Tras encajar el bañador en su sitio, suspiro mirando al espejo, mis pechos son
cada vez más sobresalientes. salimos al pasillo, el vello se nos eriza, el
helor de la noche nos recrimina no llevar ropa. Al entrar en la gran piscina
climatizada, Noelia me mira y me sonríe, continúo sin estar muy convencida y mi
cara lo refleja.
Nuestro profesor es un chico de unos treinta años, esbelto y
muy simpático. Nos da las pautas a seguir una vez dentro de la piscina, no me queda otra que portarme como una chica
buena y obedecerle. Los dos primeros largos las dos no los tomamos con calma, los siguientes, somos más competidoras.
Una mano acaricia mi
cuerpo, rozándolo con suavidad bajo el agua. Al llegar al extremo de la piscina
apoyo mi espalda en ella, una figura me mira desde el extremo contrario. Al
levantar mis gafas, mi estómago se hace un nudo. El hombre que me despojo de mi
virginidad me mira con una media sonrisa en su cara. Noelia me nota extraña.
Apresurada se acerca a mí, ella no sabe nada de lo ocurrido, mi única contestación
es tranquilizarla antes de salir y dirigirme al baño. Debo cambiarme y llegar a
casa.
En los baños me apresuro a quitar mi bañador, frente al
espejo repaso el recorrido de su mano con mis dedos, mis ojos cerrados
vislumbran el bañador negro, ajustado a su varonil cuerpo. Un escalofrió me
recorre, por un momento he creído sentir su mirada sobre mí.
El agua caliente de la ducha me devuelve a mi estado normal.
Al salir cubierta con la toalla mi respiración
se paraliza.
Un mensaje en el
espejo me cita ´´Tu mejor ducha será cuando sean mis manos las que te enjabonen
´´.
Continuo mojada y no hay forma de ponerme la ropa, calzado,
ropa, toalla, todo amontonado en la mochila y salgo por la puerta casi sin
darme cuenta de la presencia de Noelia. Me pide calma, necesita tiempo para
cambiarse y acompañarme, insisto que no lo haga. En nuestra batalla un árbitro
es el encargado de ´´ofrecerse´´ a llevarme. El otra vez, miro a mi amiga
suplicándole con la mirada, ella también lo conoce y encantada se despide de
nosotros quedando pendiente llamarme.
Nos dirigimos a su coche, en el trayecto coge mi mochila. Me
sonríe al mismo tiempo que sus palabras intenta que el temblor de mi cuerpo
desaparezca. Muy cortes abre la puerta del copiloto y me invita a entrar. Es el
mismo el que abrocha mi cinturón, haciendo que su boca quede cerca de mi pecho,
el suspiro que me produce le hace sonreír.
El coche se pone en marcha, por mi cabeza, mil formas de amarlo.
Es tan mayor que su experiencia me atrae. La luz de las farolas atraen mi atención,
no es el recorrido a casa pero no me percato, el conduce con seguridad y yo me
dejo llevar. Una tras otra las luces pasan ante mi mirada, cierro los ojos al
notar un roce en mi rodilla. Mi falda se va levantando con caricias tan suaves
que casi no las percibo. Sus dedos suben mi falda, miro sus ojos, casi
transparentes mirando la carretera, su seguridad me abruma, dejo que mi cuerpo
caiga en el asiento del coche dejando paso a sus caricias. Mis ojos se cierran
casi al mismo tiempo que mis piernas se abren, su sonrisa es patente, sus dedos
saben jugar conmigo derritiéndome. Gemidos de mi boca atraen su atención acelerando
el coche y su mano, hace que mi desesperación crezca. Sus dedos se dirigen a mi
boca, deja que saboree mi jugo, sus dedos aceleran su juego. Juega con el centro de mi deseo hasta
conseguir hacerme llegar al límite, sus
dedos paran, quiere ser el quien los ahogue
y yo también.
Sus dedos recorren mi cuello, me acercan a él, besa mis
labios con desesperación, guía mi cabeza a su entrepierna haciendo que muerda
el tejido de su vaquero. El deseo puede a mi inexperta mano, acaricio su
entrepierna, siento su temblor, me excita sentirlo. Desabrocho su cremallera,
mis labios buscan su gran verga que ya conozco y ansió saborear.
Cerca de la piscina un camino apartado refugia su pasión y
la mía. Bajo uno de los árboles que el bien
conoce, apaga el motor de su coche, mi mirada se fija en sus ojos. Sonríe, sabe,
quiere y puede jugar conmigo.
Su mano se mueve con agilidad, de pronto me veo sobre él, yo
sin mi ropa interior y el dispuesto para entrar en mí. No dejo de mirarlo
cuando lo hace, intento coger aire cuando me penetra, mi cuerpo se estremece
mirando al cielo. Mis gemidos provocan los suyos acelerando sus movimientos más
primarios.
Mis caderas obedecen mis instintos moviéndose en círculos
buscando mi propio placer, sus manos sobre mis pechos, son mordidos sin
piedad por un hombre sediento de mí,. Mi cuerpo sonríe a mi misma, soy una mujer
apoderada de un hombre veinte años mayor que yo y cada uno de mis movimientos
provoca su deseo, mis caderas juegan con su virilidad dejando que su
cuerpo se entregue a mí, su boca
mordiendo mis labios me lo hace notar, si ,,,,, desea.
Quince minutos después me deja cerca de casa, al abrirme la
puerta una nota bajo mi falda me despide,,,,,, ´´te espero en la ducha,´´,,,,
sus letras tendida en mi cama me hacen descansar con una sonrisa.
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