jueves, 24 de octubre de 2013

Un juego peligroso (segunda parte). Su juego

Durante la semana, su mirada penetrante ha quedado marcada en mí, sus ojos recorriendo mi cuerpo, su respiración agitada. La reacción de su cuerpo que no pudo evitar.
Sobre mi cama sonrío, jugué con él y gané.
Es sábado, un merecido fin de semana para salir con los amigos,   Marta y yo hemos estado hasta  altas horas de la madrugada compartiendo las últimas experiencias, ella es  mayor que yo, dos años. Somos polos opuestos y eso hace que nos llevemos como hermanas. Mario es el chico que nos hace de ´´guardaespaldas´´, los tres hemos sido amigos desde pequeños.
Tras ducharnos, entre risas y juegos, discutimos sobre quien se pone el vestido rojo, es suyo y a mí me encanta, su corte, su caída, como se desliza por mi piel al probármelo, la suavidad con la cual acaria mis pechos con tan insinuador escote, ya que no podré utilizar ropa interior.   Marta cede, a ella el negro, le queda arrebatador. El maquillaje no nos favorece, damos un poco de brillo en los labios, hoy nos recogeremos el pelo, nos queda mejor.
Mario nos espera algo enfadado por la tardanza. Para recompensarlo, lo invitamos a cenar.
Nos dirigimos a una hamburguesería, Mario nos cuenta su última conquista y nosotras embelesadas, lo escuchamos, es todo  un experto en hacer que las chicas se sientan únicas a su lado.
Esta noche Mario quiere ir a un local alejado, nosotras vamos sin rechistar, confiamos en él.
Cuando llegamos al local, Mario, situado entre las dos, hace su aparición con una gran sonrisa.  Sus comentarios nos hacen gracia, una rubia y una morena están con él, a cual más provocativa.
El local es estrecho, oscuro, el volumen de la música es muy cálido, a un lado está la barra, donde Mario se dirige saludando al camarero.  
En paralelo a la barra, apartados más íntimos, en el centro una pequeña mesita rodeada por amplios sillones, mullidos.
Observo cada una de los apartados,  cuando mi mirada se detiene en uno de ellos, mi piel se eriza, mi respiración se agita, mi entrepierna se humedece al mismo tiempo que se contrae. Su mirada me penetra.  Es él y me mira desafiante.
Con la copa en la mano se acerca a nuestro grupo, saluda a Mario, a Marta y se dirige a mí dándome un beso en la mejilla, húmedo, sin prisas, dejando entrever sus intenciones. Mis piernas casi no pueden sostenerse sobre los increíbles tacones, no esperaba encontrarlo en el local y menos que se acercara tan provocador, a la vez que atractivo.
 Su juego es más directo que el mío, ahora estamos en su terreno y sabe jugar. Apoyada en la barra, siento su cuerpo tras de mí, su aliento roza mi cuello al preguntarme que copa prefiero. Por un momento, la chica mala que llevo dentro reacciona, acerco  mi cuerpo al suyo en un insinuante movimiento... me estremezco al sentir toda su virilidad contra  mis caderas, acerca su pecho al mío al  ritmo de la música,  un gemido ahogado de su boca al rozarme, me excita. Su mano derecha, oculta por la barra, ha descendido por mi espalda,  sus labios casi rozan mi cuello al ofrecerme la copa que he pedido. El gran escote del vestido deja que sus dedos jueguen en mi piel, no puedo evitar que mis ojos se cierren, su recorrido desciende por ella.
Mi corazón se acelera, ciento deseos casi incontrolables, mi cuerpo me traiciona dejando que su deseo  pasee por mí,  a su antojo.
El calor es intenso, me dirijo a Marta, salir a la calle es una necesidad en este momento. Ella no desea dejar  al chico con el que baila, mirándome con ojitos de pena, al final consiento y decido dejarla disfrutar. Ahora es el momento, Mario charla animadamente con mi ´´pretendiente´´, con paso acelerado me dirijo a la calle.
La madrugada  ha despejado la calle, apoyada en la pared, busco el aire fresco que apague  mi  fuego, hace frío, la copa  apenas aplaca el calor del que he huido. La  excitación que me provoca su cercanía hace que lo desee, el aroma que desprende, el tacto de su mano me ha humedecido.
La puerta se abre, mi respiración se paraliza. Con su  mirada fija en mí, camina seguro, me sonríe y yo a él, no quiero parecer la niña tonta, sin decir palabra su cuerpo aprisiona el mío contra la pared.   Su mano izquierda sobre mi hombro limita mis movimientos, su rodilla entre mis piernas  poco a poco ha ido separándolas. Sus dedos,  con  maestría, no tardan en jugar con mi vestido.
Mi pierna comienza a subir  por su …








Puedes leer la primera parte de este relato aquí: Un juego peligroso

Puedes leer la tercera parte aquí: Un juego peligroso (tercera parte). Batalla de poder

Enmanuell 24 de Octubre de 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario