Me he dado el tiempo, el espacio y la soledad suficiente
para encontrarme a mí misma.
Me pregunto - ¿Qué buscas en la lejanía? No puedo leer
incluso mi pensamiento, pero lo intuyo, casi sin querer dejarlo florecer.
No encuentro que busco, afino mis sentidos, quizás está más
cerca de lo que imagino y no sé verlo.
Estoy pasando unos días idílicos y unas noches apasionantes.
Me parece precioso e intenso, pero leve, la luna llena
suspendida sobre un mar que acoge cada uno de los rayos que la luna refleja.
De pronto me encuentro hecha añicos, ligada a cada uno de
los momentos que me han llevado hasta aquí.
A veces incluso, me encuentro vacía, sentada en una terraza
sin cometer ningún riesgo, encadenada a un tren que nunca llega.
Esta soledad, que ahora encuentro tan necesaria, se hace a
veces insoportable, descubre ante mis ojos cada uno de mis miedos y debo
afrontarlos yo sola, en la terraza, la
gente conversa fríamente, afinados a una vida que, en la mayoría de los casos,
se intuye gris, monótona.
El acuerdo de mi pensamiento,
corazón y cuerpo, me parece maravilloso, yo sola, completamente desnuda,
tumbada en la habitación de un hotel en el cual no esperaba encontrarme.
Mi expresión frente al espejo, contemplando cada una de las
heridas que me ha producido la vida, queriendo resucitar la niña que nunca fui y
que siempre escondí en cada una de mis acciones.
Creo que la primera condición para escribir, es que la
realidad haya dejado de darse por sentada, solo entonces una, es capaz de verla
y hacerla ver.
No creo que se pueda caer en un estado más necesario para
una misma, la cabeza ardiendo, los ojos quemándome ante la realidad, los
mensajes subliminales que atacan todo lo que tiene valor para mí.
Acorralada, sumida de lleno en una vida pautada, he asistido a mi agonía sin
que nadie me ofrezca una mano, tantas veces herida, trato de captar cada mínimo
detalle que haga resurgir mi ilusión.
¿Soy egoísta antes los desplantes humanos?
Quizás, pero ya no me afecta tanto, he luchado por cada una de las personas que he querido tener a mi lado, me he quedado mucho tiempo sola, al principio me costó mucho trabajo, ahora, me encanta inclinarme sobre mi misma, no me irrito cuando terceras personas critican mis pasos, me he dado cuenta que el llanto, el lamento, o la autocompasión no tienen que caminar a mi lado.
Quizás, pero ya no me afecta tanto, he luchado por cada una de las personas que he querido tener a mi lado, me he quedado mucho tiempo sola, al principio me costó mucho trabajo, ahora, me encanta inclinarme sobre mi misma, no me irrito cuando terceras personas critican mis pasos, me he dado cuenta que el llanto, el lamento, o la autocompasión no tienen que caminar a mi lado.
No quiero que en el transcurso del tiempo, la cólera se
convierta en resignación. El éxito que pueda tener como persona, en parte, es
por mi educación.
Me he habituado a mi vida, a mis sueños, que tantas veces he
apagado, todos los tesoros de las mil y una noches con los que he soñado y que
nunca he conseguido, están hay, nuevas sensaciones, quizás nuevos llantos, una
nueva vida que lucha por sobresalir.
Es duro sentirse una extraña en un lugar nuevo, repleto de
extraños.
Contemplo ante mí, un mundo que se despliega con todas sus
rarezas.
Decir adiós a la persona que he sido tantos años…..
No importa lo que estoy
escribiendo, tan solo me gusta hacerlo, es parte de mí, es como desear un beso,
pensar una caricia, sentir un acercamiento.
Aunque el galán nunca llegue en ningún momento, no quiero
pasar por esta vida, obsoleta de sentimientos, vacía, solo con un simple gesto
de simpatía.
Mi vejez me acecha en el fondo de mi espejo. Me asombra que
se acerque, tan segura, sin un solo gesto, silenciosa descubriendo ante mí, un futuro
bien cierto.
Me he dado cuenta que me olvide de mí, de enamorarme todos
los días, de verme sexy, de sonreír…..
Lo que a veces me da miedo es la idea que debido a la espera,
todo se desvanezca, que mis sueños, sean solo un recuerdo borroso….
Enmanuell L 23 de Junlio de 2019