lunes, 22 de julio de 2019

Una mirada a mi espejo



Me he dado el tiempo, el espacio y la soledad suficiente para encontrarme a mí misma.

Me pregunto - ¿Qué buscas en la lejanía? No puedo leer incluso mi pensamiento, pero lo intuyo, casi sin querer dejarlo florecer.

No encuentro que busco, afino mis sentidos, quizás está más cerca de lo que imagino y no sé verlo.

Estoy pasando unos días idílicos y unas noches apasionantes.

Me parece precioso e intenso, pero leve, la luna llena suspendida sobre un mar que acoge cada uno de los rayos que la luna refleja.

De pronto me encuentro hecha añicos, ligada a cada uno de los momentos que me han llevado hasta aquí.





A veces incluso, me encuentro vacía, sentada en una terraza sin cometer ningún riesgo, encadenada a un tren que nunca llega.

Esta soledad, que ahora encuentro tan necesaria, se hace a veces insoportable, descubre ante mis ojos cada uno de mis miedos y debo afrontarlos yo sola,  en la terraza, la gente conversa fríamente, afinados a una vida que, en la mayoría de los casos, se intuye gris, monótona.

El acuerdo de  mi pensamiento, corazón y cuerpo, me parece maravilloso, yo sola, completamente desnuda, tumbada en la habitación de un hotel en el cual no esperaba encontrarme.

Mi expresión frente al espejo, contemplando cada una de las heridas que me ha producido la vida, queriendo resucitar la niña que nunca fui y que siempre escondí en cada una de mis acciones.

Creo que la primera condición para escribir, es que la realidad haya dejado de darse por sentada, solo entonces una, es capaz de verla y hacerla ver.

No creo que se pueda caer en un estado más necesario para una misma, la cabeza ardiendo, los ojos quemándome ante la realidad, los mensajes subliminales que atacan todo lo que tiene valor para mí.

Acorralada, sumida de lleno en  una vida pautada, he asistido a mi agonía sin que nadie me ofrezca una mano, tantas veces herida, trato de captar cada mínimo detalle que haga resurgir mi ilusión.

¿Soy egoísta antes los desplantes humanos?

Quizás, pero ya no me afecta tanto, he luchado por cada una de las personas que he querido tener a mi lado, me he quedado mucho tiempo sola, al principio me costó mucho trabajo, ahora, me encanta inclinarme sobre mi misma, no me irrito  cuando terceras personas critican mis pasos, me he dado cuenta que el llanto, el lamento, o la autocompasión no tienen que caminar a mi lado.




No quiero que en el transcurso del tiempo, la cólera se convierta en resignación. El éxito que pueda tener como persona, en parte, es por mi educación.

Me he habituado a mi vida, a mis sueños, que tantas veces he apagado, todos los tesoros de las mil y una noches con los que he soñado y que nunca he conseguido, están hay, nuevas sensaciones, quizás nuevos llantos, una nueva vida que lucha por sobresalir.

Es duro sentirse una extraña en un lugar nuevo, repleto de extraños.

Contemplo ante mí, un mundo que se despliega con todas sus rarezas.

Decir adiós a la persona que he sido tantos años…..

 No importa lo que estoy escribiendo, tan solo me gusta hacerlo, es parte de mí, es como desear un beso, pensar una caricia, sentir un acercamiento.

Aunque el galán nunca llegue en ningún momento, no quiero pasar por esta vida, obsoleta de sentimientos, vacía, solo con un simple gesto de simpatía.

Mi vejez me acecha en el fondo de mi espejo. Me asombra que se acerque, tan segura, sin un solo gesto, silenciosa descubriendo ante mí, un futuro bien cierto.

Me he dado cuenta que me olvide de mí, de enamorarme todos los días, de verme sexy, de sonreír…..

Lo que a veces me da miedo es la idea que debido a la espera, todo se desvanezca, que mis sueños, sean solo un recuerdo borroso….




                                                    Enmanuell L 23 de Junlio de 2019


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