El día había sido muy duro, durante la tarde me propuse
descansar y pasar una apacible noche entre amigas.
Comencemos en la sobremesa con una ginebra bien cargada, las
confidencias se evadían entre risas y sonrojos.
La tarde de trabajo fue mucho más serena amenizada por clientas impacientes que
demandaban su hora. Por fin llegó la hora de correr las cortinas hasta el
próximo día.
En la pequeña terraza el corro de amigas se fue
incrementando, la leve brisa fresca que nos rodeaba nos hacía participes de las
permanentes propuestas de la camarera.
Al cabo de pocos minutos las parejas de mis amigas fueron
llegando impacientes por su compañía, solo dos de nosotras quedamos inmersas en
una conversación más íntima.
Las últimas hazañas de su trayectoria me dejaron confusa,
todo había sido tan secreto que no había percibido ni una sola de sus
reacciones.
Tras ayudar a cerrar el último garito de la zona, decidimos desplazarnos al más cercano.
El chico que nos sirvió pareció alegrarse con nuestra
presencia, la cerveza fue nuestra aliada ante nuestra economía, la noche se
nublo entre palabras sin sentido que a ambas nos desorientaron, sin pensarlo
decidimos abandonar la zona y buscar un nuevo lugar al que acudir, la noche era
joven y nosotras no quisimos acabarla.
Recorrimos cada uno de los lugares conocidos hasta acabar
cediendo a la triste realidad, solo uno de los establecimientos iluminaba su interior, sin ser uno de
nuestros favoritos accedimos a tomar la última copa en su terraza.
Nos siguieron las palabras infundadas de las anteriores
horas dejando nuestras sonrisas congeladas.
Las altas horas de la madrugada reclamaban un tentempié, que
decidida fui a buscar, a la salida mi amiga yacía sobre la mesa casi inconsciente,
sonriendo la desperté sin causar mucho revuelo. Ante mi atónita mirada apareció
delante sobre nosotras una amistad casi ya olvidada, el espectro de quien había
sido me dejo atónita.
Con un saludo incrédulo le invitamos a unirse a nuestro
desayuno matutino, mi amiga casi sin reaccionar le sonríe.
Mi mirada se pierde ante la antigua imagen que yo recordaba
y la que se presentaba ante mí, la delicadeza de sus sentimientos demandaban la
protección de mis palabras., en un momento dado el suspiro de cansancio de mi
amiga nos hace sonreír. Decido llevarla a casa ayudándola con la empecinada puerta de la entrada, me
despido de ella recordándole nuestra próxima cita.
Ante la soledad que nos invade a ambos, sus lágrimas
recorren su cara, la vida no está siendo justa y está haciendo estragos en su
vida. Acaricio su cara con mis dedos
limpiando la lagrima que recorre su mejilla, su mirada se fija en mí, ya no es
la misma, sus dedos se dejan guiar por mi caricia, recorre mis labios con
ternura deslizándose por mi cuello, me estremece sentir el calor que desprende,
se acerca a mí con alevosía, sin darme tregua me besa con una ansia desmedida,
lo miro con perplejidad, su mano comienza a recorrer mi escote, mi pecho
acelerado por su impaciencia le concede el permiso que demanda. ……..
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