Llevo
varios días descentrada, nada de lo planeado ha salido como esperaba. Comienzo a
necesitar evadirme y decido hacer una escapada de fin de semana, ojeo mis redes
sociales, entre ellas uno de los comentarios llama mi atención, no queda lejos
de casa y me vendrá bien cambiar de aires.
Un
vestido negro, falda y top informal,
ropa interior, mis cómodos zapatos rojos, un par de medias con liguero, completan mi equipaje.
Dejo
un mensaje escrito muy escueto a quien pueda interesar: Volveré el lunes.
Dos
horas y media más tarde, paro el motor de mi coche frente al hotel, es pequeño
y coqueto, me encanta. La gente por las calles sonríe, cada una de las calles
que recorro esta iluminada, con luces de colores acompañada de los típicos villancicos,
la navidad se ha adelantado.
Tras
dejar la maleta en mi habitación, dejo correr el agua en el baño hasta llenar
el jacuzzi.
Disfruto de un largo baño, dedicándome después a vestirme. Deslizo por
mi pie la una de las medias, dejando el ligero bajo mi vestido negro.
Salgo
a la calle, no conozco el pueblo y estoy algo perdida, deambulo sin rumbo hasta
llegar a una cafetería repleta de gente degustando una de las tapa populares. Uno de los chicos me ofrece
una de ellas sonriéndome y acepto.
Amablemente
se ofrece a enseñarme el pueblo al explicarle que solo estaré el fin de semana,
parece conocerlo bien y su compañía me agrada.
Paseamos
por las calles al tiempo que me explica lo más relevante de su pueblo, lo miro
ensimismada intentando retener alguna de sus palabras, su voz es dulce y su
sonrisa me embelesa. Paramos frente al ayuntamiento, me invita a conocer el
lugar donde trabaja, llegamos a su despacho cediéndome el paso y cerrando la
puerta tras de sí.
Agradezco cuando me invita a que tome asiento porque me
fallan las piernas, no sé si hubiera aguantado un segundo más sin desmayarme
delante de este hombre, su presencia es imponente, tiene una mirada penetrante y
cautivadora que resalta aún más sus hermosos ojos marrones, su rostro de
facciones bien definidas perfectamente afeitado me resulta tremendamente atractivo,
tiene las manos grandes, cuidadas y suaves, espalda ancha, brazos fuertes, la
camisa le queda ligeramente pegada, aunque su cuerpo no llegaba a ser
escultural se nota que lo cuida y entrena en el gimnasio, el traje color blanco
que lleva es caro, muy caro, la camisa y la corbata de seda fina han sido
elegidas con un gusto exquisito. Su voz sutilmente aterciopelada
La manera que sus ojos me miran, develan su gran concentración,
como sus labios se mueven seductoramente, encienden algo en mí, que no puedo
explicar. Se acerca a mi decidido, sus manos varoniles rodean mi cintura aquí
mismo, me levanta sobre su escritorio y me besa apasionadamente despertando en mí
el deseo, su suave mano retira mi pelo del cuello besándomelo, besa cada parte
de mi cuerpo succionando mis pechos, sus manos suben mi vestido dejando visible
mi tanga húmedo, sonríe al acariciarme y notar el deseo que incita, su sonrisa
hace que sea yo ahora quien quiere jugar, me acerco a él acorralándolo junto a la pared, pego su cuerpo
con el mío frotando mis pechos contra él, pego mi cuerpo lo más posible a su
miembro.
Retrocedo hasta su escritorio sentándome en él, me quito el
tanga apoyando mi pie sobre su sillón, le dejo ver mi monte de venus, depilado,
sonrosado y mojado. Me acaricio y gimo para ver sus expresiones. Se acerca a mi
despojándose de su camisa, sus ojos marrones se han vuelto de un color rojo
fuego, beso sus apetecibles labios dejando que mi mano desabroche su pantalón, me
deslizo por su cuerpo dejando su pene liberado en mi mano, lo acaricio con mimo
disfrutando al notar como se endurece por momentos, gime, lo miro, deseo
hacerlo disfrutar, beso su polla con mis labios, su respiración se entrecorta animándome
a saborearla con mi boca repetidamente, muerdo su glande, su mano presiona mi
cabeza follándome la boca.
Quiero que me penetre, mi cuerpo arde,
inmediatamente me apoya en la mesa, se coloca encima de mí y bajando sus manos
comienza a rozar la punta de su polla por mi clítoris. Estoy tan caliente al oír
sus palabras...me penetra sin tregua, casi me muero en el primer orgasmo. Comienzo a
correrme y él, me penetra salvajemente provocando en mí un orgasmo mucho más
prolongado y placentero.
Lunes por la mañana, relajada tras el fin de semana, vuelvo
al trabajo.
Enmanuell L 5 de Diciembre de 2014