Comienzo de carnaval, el jefe se
ha portado, un largo puente para disfrutarlo, con mi billete en mano, subo las
escalerillas del avión. Este año por fin
descubriré porque son tan importantes estas fiestas para reconocerlas como
interés nacional.
No he dicho mi paradero de los
próximos días, me voy a dedicar a disfrutar. Dejo atrás por unos días, trabajo,
estrés, rutina.. todo lo que no consigo apartar estando cerca de todo ello.
La ciudad a la que me dirijo es
extremadamente agradable, la gente sonríe, el hotel me regala unas vistas
increíbles a la playa. Tras dejar la maleta, me dirijo en busca de un traje que
ponerme, para disfrutar la noche. En una de las tiendas, cerca del
ayuntamiento, uno de los disfraces llama mi atención, el
contraste entre el color rojo y negro fuego me atrae, expresa todo lo
que ahora quiero ser.
Al salir, me relajo sentada en
una terraza donde un camarero me atiende amablemente, me indica el horario y la
mejor zona para disfrutar estas fiestas.
De nuevo en el hotel, sentada en
el cómodo sillón, miro mi disfraz, ¿Me atreveré? Me rio como hacía tiempo,
disfruto cada uno de los momentos a la hora de vestirme. Decido ponerme la ropa
interior negra, frente al espejo, recojo mi pelo en una cola salvaje, el rímen impregna mis pestañas, el color rojo de mis labios, a juego con mi disfraz.
Las medias se deslizan por mis
piernas dejándolas justo a la altura de los ligeros. La falda es muy, muy
corta, sonrió al verme reflejada, el
corpiño y la falda son de color rojo, botas de tacón y antifaz negro
Ya disfrazada, me dirijo al bar
del hotel, el ambiente es animado, la
gente hablan entre ellos, al llegar yo, me acogen saludándome.
El alboroto de las personas hace que pase horas bailando, mi garganta seca me hace buscar algo que
tomar, me encuentro frente a un local donde el sonido de la música, llama mi
atención. Es música en directo y está a rebosar, me abro paso como puedo
consiguiendo llegar a la barra.
La cerveza apaga mi sed, sobre el
escenario un grupo local deleita a unos fans entregados, observo bajo mi antifaz como disfrutan, en mí
recorrido un chico llama mi atención, sus grandes ojos azules, la falta de disfraz y su sonrisa revolucionan aún más el calor que
siento.
Me adentro cerca del escenario,
balanceo mi cuerpo al ritmo de la música. Cierro mis ojos sintiéndome bien por
la decisión que tome al venir sola y disfrutar de estas fiestas.
El cuerpo de una persona se acopla al mío, giro
mi cabeza, sin deseos de despegarme al ver que es el chico de los ojos
azules. El movimiento de nuestros
cuerpos es un vaivén de contoneos
controlados, noto su excitación pegada a mí, me apetece jugar, dejo que
mi cuerpo saboree el suyo al ritmo de la música, me deslizo por el suavemente excitándome ante
su mirada, no sonríe, solo disfruta. Sus manos acarician mi disfraz, en un
momento dado, son sus manos los que acarician mi cuerpo bajo mi falda.
Mi mano se desliza por su cuerpo, su erección es
notable, mi deseo se acelera, su sonrisa me atrapa, me hace sentir segura.
Intenta quitar mi antifaz, se lo impido con una sonrisa.
Termina la canción, mi excitación
es tan evidente que el extremo de mis pechos roza el disfraz erecto y deseoso
de esa sonrisa cautivadora.
Al acabar la canción, mi mente me
hace reaccionar, sonrió a mi pareja de baile dejándolo solo y saliendo precipitadamente del local.
Sus ojos me observan en cada paso
que doy, disfruto esa sensación, acabo en una calle que desemboca en un
parking, estoy perdida en esta gran ciudad
con el deseo por un hombre que acabo de conocer.
Apoyándome en el capo de uno de
lo coches, mis dedos intentan reprimir el deseo que me ha producido, mis
gemidos acrecientan por momentos. Unos dedos recorren mi mano, abro los ojos,
el color azul de sus ojos hacen que cierre los míos al besarme. Su mano dirige
la mía, llevándome a su coche.
El cierre centralizado abre el
seguro de las puertas, me invita a entrar, le concedo el deseo.
Su hilo de voz me
ordena disfrutar mi excitación, desde la puerta él, observa como dejo que mi
cuerpo se estremezca ante mis dedos. Su mirada es ardiente observándome.
Se acerca a mí, pellizca mis pechos, sus dedos juegan en mi boca, abre mis piernas dejando mi tanga
húmedo ofrecido a él, se acerca a mí
bebiendo mi jugo, su lengua acaricia mi clítoris incansablemente, mis gemidos
son ahogados por la música que continua en la calle.
Sus manos expertas juegan con mi
cuerpo, la excitación me hace desear complacerlo saboreando su cuerpo, su mandíbula
apretada me satisface, el placer que le hago sentir me excita aún más.
El capo de su coche es el apoyo
de mi cuerpo, sin contemplaciones me penetra una y otra vez desatando en mi un
placer extremo.
Entro en mi habitación, mi cara
refleja cansancio y satisfacción, la cama me acoge, el sol está saliendo,
cierro los ojos tras una noche de carnaval.
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