Acabo de volver de mi viaje, cargada con mi maleta accedo al
portal de mi edificio. Antonio, el cartero me saluda con una sonrisa, tras
charlar unos minutos me hace entrega una carta, la observo, me llama la
atención el hecho que la parte del remitente este en blanco, introduciéndola en
mi bolso recojo mi maleta y subo las escaleras hasta el ático.
Por fin en casa, aparco la maleta en un rincón dirigiéndome
a la cocina al tiempo que me despojo de la ropa que me cubre.
El baño a despojado mi cuerpo del cansancio acumulado, la
sensual música me relaja, acompañada de una copa de vino me acomodo en mi sofá,
leal amigo de mis noches de insomnio. Disfruto de cada sorbo de vino dejándome invadir
por cada una de las notas que invaden mi salón, recordando las palabras de nuestro último encuentro - Con todo lo que callo, podría hacer un sendero,
entre mis silencios y tus miedos.
Relleno mi copa tarareando una de las canciones, mis se
dirigen de vuelta al sofá cuando recuerdo la carta, la recojo y vuelvo a
acomodarme en mi sofá. No estoy segura
de abrirla y me dedico a disfrutar de la copa que acabo de servirme. Media hora
después, abro el sobre, mi corazón se sobrecoge, reconozco las palabras.
Después de dos años de
silencio, mi mentor vuelve haciéndome sentir emociones descontroladas. Solo él sabe cómo
arrebatarme en cada palabra.
Sabedor de su control sobre mí y las consecuencias de sus
palabras en mi cuerpo, dibuja su presencia en mi sofá.
Cada una de sus primeras palabras, excitan mis recuerdos, dejándome llevar por ellos, dejo que sea mi
mano la que satisfaga su ausencia,
recorro mis labios volviendo a saborear los suyos, mi cuello erizado se arquea
sobre el cojín dejando paso a mi mano a través de él, a mi pecho.
Sonrió al comprobar mis pezones erectos, su lengua dibujando
círculos en ellos, en tiempos pasados, sus dientes desatando mis gemidos, mi vientre contrayéndose
al roce de sus manos, mi sexo húmedo esperando sus dedos juguetones, su mirada al ser yo incapaz de mantener mi mirada en él.
La copa ha caído sin acabar de ser tomada, dedico ambas
manos a cubrir la ausencia de su cuerpo, mi mente decidida a disfrutar, acalla
mi razón.
Mis dedos recrean con ansia las embestidas que me dedicaba, desnuda y sudorosa, siento el calor que se apodera de mí, haciendo
que sufra uno de los orgasmos más intensos de los últimos dos años.
Desfallecida me acurruco en el sofá, exhausta y temblorosa lloro por mi debilidad ante sus
palabras, incrédula de lo sucedido acaricio mi sexo auto convenciéndome que ha
sido un sueño, la humedad que desprendo me convence de lo contrario volviendo a
reanudar mi juego en solitario…..
Enmanuelle L