lunes, 26 de agosto de 2013

Fiesta Ibicenca

Fiesta ibicenca

La invitación ha llegado por sorpresa, la semana a sido agotadora, aun así acudiré.
No tengo mucho tiempo, me dirijo al baño, frente al espejo miro mi aspecto deberé arreglarme rápido y no tengo nada preparado. La fiesta es ibicenca, perfecto, me decido por un vestido blanco que aún no he estrenado.
El vestido es sencillo, el tejido es suave y desliza por mi piel quedando ajustado a ella como un guante, es de color  blanco roto, dos finos tirantes sobre mis hombros destacan sobre mi piel ya morena del verano. Mi cabello sobre ellos cae alborotado dándome un toque desenfadado, un solo retoque a mis labios sonrojados, zapatos con no mucho tacón  y lista.
La casa esta espectacular, luces, música, apartada queda una casita de madera con una luz tenue en su interior, la piscina cubierta de pétalos de rosas, antorchas distribuidas por el recinto resaltan la gran mesa ubicada en el centro del jardín. Saludo a mi amiga, esta radiante y feliz a la par que nerviosa, es la última fiesta del verano y a querido que sea inolvidable. En la mesa no falta nada, incluidos sus famosos cocteles  en uno de sus extremos, saludo a los asistentes  que ya conozco.
 Mi mirada se detiene en un desconocido, me mira sonriendo, sus ojos me desnudan intencionadamente, le sonrió y continúo saludando a mis amigos. Decido servirme un coctel de cava, detrás de mí una voz me saluda, mi cuerpo se altera ante esa voz venida del pasado. Sensaciones contradictorias me invaden, ¿deseo? ¿Rencor?  ¿Miedo?
Sin girarme le devuelvo el saludo, conoce bien cada uno de mis secretos, su mano se apoya en mi hombro haciendo que lo mire, está más espectacular que nunca- ¿cómo estás? No sabía que coincidiríamos esta noche- son las únicas palabras que puedo articular, se acerca a mi depositando un beso en mi mejilla, un beso reposado dejando que me inunde de su aroma.
Tras una charla corta me despido de  el  vagando por el jardín sin rumbo, con mi coctel en mi mano me dirijo hacia uno de los paseos del jardín, demasiadas sensaciones contradictorias en mi mente, los recuerdos de aquella fugaz relación prohibida me estremecen.
Al fondo del camino la luz tenue de la cabaña de madera llama mi atención, suspiros ahogados escapan por una pequeña ventanita trasera, siempre fui muy curiosa y con una sonrisa me acerco a ella, tras los cristales mis ojos vislumbran dos cuerpos sudorosos en su interior, reconozco sus caras asombrándome del espectáculo que admiro sin poder evitar.
Una mano recorre mi espalda, intento girarme pero me es imposible, el cuerpo de un hombre presiona mi cuerpo contra la rígida madera de la cabaña tapando mi boca con la mano que le queda libre, su aroma me hace reconocerlo, su voz penetrante me susurra casi en un suspiro: - ¿te gusta lo que ves? Déjate llevar, veámoslo juntos -. Su mano es la encargada, bajando por mi espalda, la que hace que no me resista, ambos miramos la escena, el deseo incrementa en mi interior al notar su mano subiendo por mi pierna acariciándome, levanta mi corto vestido llegando a mi cadera, un temblor recorre mi cuerpo, no soy dueña de mí y disfruto cada sensación, su boca se desliza a mi cuello rozándolo con sus labios, ya no es necesario tapar mi boca y su mano baja a mi pecho acariciándolo suavemente.
Su excitación es superior a la mía, su cuerpo contra el  mío me lo hace saber, cierro  los ojos el placer me invade es su voz quien con una sencilla orden hace que los habrá:- quiero que seamos los dos quien lo disfrutemos, abre los ojos – una de sus manos dirige la mía al centro de su placer liberándolo, el tacto con su piel me excita, lo acaricio con impaciencia  haciendo que su cuerpo se rinda a mi mano, su mano maestra busca mi monte de venus acariciándolo  como solo él lo sabe hacer.
Mi cuerpo tiembla incesantemente, vibra ante la  situación que estoy viviendo. Los cuerpos de los  amantes furtivos sudan ante nuestras miradas, sus gemidos se hacen míos cuando él me susurra cada movimiento con el que piensa deleitarme, su mano deja mis pechos para introducir sus dedos en mi boca aplacando mi respiración, retira con maestría mi tanga haciendo que su penetración sea lenta, casi una tortura, muerde mi cuello, me siento desvanecer ante el placer que me invade. Sus acometidas contra mí son cada vez más violentas y deseadas. Sus brazos me atraen a su cuerpo, sus dedos en mi boca imitan el vaivén de sus caderas.  ¿Estoy subiendo al cielo o bajando al mismo infierno? La pasión me desborda dejo que sea mi maestro el que me lleve de su mano, mi cuerpo es incapaz de mantenerse en pie, giro mi cara suplicándole que acabe con mi tortura y me deje ir, sus palabras son mis órdenes: - ¿deseas liberar tu cuerpo princesa? Hagámoslo juntos – Su brazo continua manejando mi cuerpo a su antojo, su mano se desliza a mi clítoris, una corriente de sensaciones explota en mi sacudiéndome con fuerza, mis manos buscan apoyo en la pared extasiada. Cuando recupero la respiración mi amante ocasional a desaparecido, recompongo mi vestido y de vuelta en la fiesta su sonrisa es mi bienvenida.


Enmanuell 26 de agosto de 2013


1 comentario:

  1. Fantastico Enmanuell.
    Un relato sensual y elegante,
    Una fantasía recurrente en las personas misteriosas que no por ello dejan de ser encantadoras.
    Mis sinceras felicitaciones.

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