Ella, como cada tarde, acudía sin cita, a disfrutar de una cerveza bien fría en está época.
Cada día ocupaba el mismo lugar, desde su mundo aislado, disfrutaba de sus idas y venidas atendiendo la clientela.
Su presencia seria y pausada llamaba su atención.
Su mirada ausente hacía que su imaginación volara.
Imaginaba sus pensamientos aislados.
Sus sueños frustrados en un trabajo que no le completaba.
En cada una de sus comandas, interpretaba un papel diferente.
Un refugio que le permitía sobrevivir hasta el momento en el que su sueño se cumpliera.
Enmanuell L 1 de Junio de 2018
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