martes, 17 de mayo de 2016

El temblor de la despedida (Última parte)


Sus manos son mi deleite, descansando sobre su lecho recorren el centro de mi deseo con mimo, su boca en mi cuello me estremece, sus dedos aceleran mi placer, su pícara sonrisa se entrecorta entre palabras que me excitan.

Tiemblo rodeada de sus brazos, estremeciendo mi cuerpo excitado con suspiros que él devora con ansia.

Desfallezco aturdida casi sin respiración, me sonríe acariciando mi cabello,  satisfecho de tenerme a su merced.



Emprendemos una conversación trivial dejando tregua a nuestros cuerpos sudorosos, sentada sobre su cama lo observo, sus vivarachos ojos, sus labios perfilan palabras que interpreto a mi modo haciéndome recorrerlos con la yema de mis dedos, su humedad me provoca, silenciando su boca con mis labios, le sonrió con descaro, dejo que mi mano acaricie su cuerpo, conozco cada centímetro de su piel al hacerlos míos, acaparo su atención besándolo con pasión, su glande crece entre mis dedos desmesuradamente, el suspiro de placer que desprenden sus labios me concede el permiso de su cuerpo, desciendo sobre sus piernas fijando mi mirada en la suya, disfruta observando el juego de mi lengua sobre su pene.




Sus manos ansiosas retoman el juego, dispone  mi cuerpo ejerciendo su derecho sobre mí, dilata mi ano con sus dedos, mi pelo cubre mi cara tensamente esperando su próximo movimiento que espero con desesperación, mis manos rasgan las finas sabanas de su cama al sentir su pene acercarse a su propósito.

Sus movimientos son delicados, me susurra palabras sensuales aceptando sus deseos, lo deseo, no hay duda.

El sonido de sus gemidos hacen que mi cuerpo ceda más a él, nuestros cuerpos se unen con una sola embestida, grito de placer haciéndole gozar, su cuerpo enfurece sin mesura sobre mí, bajo sus brazos siento una mezcla de  dolor y placer desmesurado, sus manos acaparan mi cuerpo atrayéndolo con pasión contra él, durante un segundo ambos quedamos extasiados. Ambos quedamos sin fuerzas sobre el lecho.

Minutos después se aleja de mi lado, excusándose con una sonrisa se dispone a preparar la comida. 

Descanso intentando recuperar fuerzas sobre su almohada, me siento plena y complacida con su cercanía.

Sus palabras vuelven a mi mente:                          

 -A veces pienso que lo mejor es que no nos volvamos a ver.  

Me doy una ducha rápida, busco mi ropa interior y mi vestido, bajo la estrecha escalera que nos separa,  lo observo al cocinar, pantalón blanco, camisa negra desabrochada, me sonríe.

Casi no puedo ingerir su sabrosa comida, mi mente revive cada uno de los momentos vividos con él. 

Es el momento.

-A veces es mejor no pensar y hacer lo que se tiene que hacer- mis palabras acompañadas de un beso, me ayudan a despedirme de él.



Enmanuell L 17 de Mayo de 2016


-           

lunes, 16 de mayo de 2016

El temblor de la despedida



Gira la llave de la puerta tras subir la estrecha escalera. Hipnotizada aun por sus palabras sigo sus pasos. 

Observo como libera los bolsillos de su pantalón, decido disfrutarlo encendiendo un pitillo, me sonríe sin darme tregua, su pecho queda a la altura de mi cara desprendiendo el aroma que tanto me excita, una calada más, absorbe el humo de mi boca.

El deseo entre ambos es mutuo, la intensidad de los besos incrementa a medida que nuestros cuerpos se acercan, me apasiona desabrochar su camisa dejando a  mi merced su pecho, aspiro su aroma disfrutándolo, mis manos recorriendo su cintura intentan despojarlo de su camisa. 

Mi mano desciende por su pecho hasta llegar a su cinturón, lo desabrocho con ansiedad, mis dedos recorren el borde de su bóxer. Con deseo sucumbo a su cuerpo, sus manos despeinan mi cabello dirigiendo mis labios a su cintura, lo miro, me sonríe.



Mis labios continúan el tan deseado  descenso en busca del objeto de mi placer, lo mimo con mi lengua, acariciándolo con mis labios, mis manos presionan sus muslos, incitándolo a seguir mi juego. 

Su cuerpo es mío, el temblor que lo recorre lo delata, disfruto con su placer, observando el gesto contraído de su cara.

Recorremos la corta distancia hasta su habitación, con premura se desprende de la poca ropa que cubre su cuerpo, yo lo imito dejando solo mi ropa interior, me dedico a besarlo con la pasión que me provoca,.

Entre besos desordenados, sus manos acaban de desnudarme, sus ojos me piden que lo posea y accedo con devoción.

Sintiéndome suya, su pene cubre cada hueco de mi ser,  el primer orgasmo no tarda en hacerme estallar produciéndome el placer tan deseado.



Sus movimientos me impiden descansar, sus ojos se encienden en cada embestida, apagándose con el clímax que lo invade.


Me sonríe al besarme, el juego acaba de empezar…..


                                                                                       Enmanuel L 16 de Mayo de 2016

domingo, 15 de mayo de 2016

Sabor a café



Fijo la mirada en el retrovisor, decídete el tiempo corre, quince minutos de indecisión, mi emisora favorita parece hablarme.

Mi pulso se acelera, vuelvo a leer su mensaje, nada está siendo como lo había planeado. Me encuentro en una encrucijada, deseo seguir el curso de lo hablado al tiempo que las circunstancias no me acompañan.

El taxi se acerca, respiro profundamente intentando restablecer mi pulso.

Llegó la hora, en pocos momentos estará frente a mí, su paso es decidido, firme, le acompaña una sonrisa, mi pulso se acelera aún más con su cercanía. Le sonrío

Se acerca a mí rodeando mi cintura, un beso es su saludo, le sonrío, nos dirigimos a la cafetería, nos acercamos a la barra  pidiendo dos cafés con hielo. 



Siento su mirada tras las gafas de sol recorriéndome, yo actuó de igual manera sin poder dejar de sonreír, me siento realmente sorprendida al conocerlo, sus labios apeteciblemente sexis, su sonrisa , sus manos parecen extremadamente suaves. 50 años muy bien llevados.

 La camarera sirve los cafés, salimos a una pequeña terraza. Es una combinación extraña la que me produce, la tranquilidad de su sonrisa juega con los nervios que me recorren. 

La conversación es amena y fluida, me gusta escucharlo hablar y como me hace reír cuando suspira sin darse cuenta.

Sus silencios  me dan tregua, recorro con mis ojos sus labios pensando en su sabor, el perfil de su cara, su canoso pelo. 




Su dedo roza con timidez mi mano, me estremece, el juego entre ambos requiere intimidad, decidimos abandonar la cafetería.

Nos dirigimos ……..
                                                                  Enmanuell L 13 de Mayo 2016


jueves, 5 de mayo de 2016

Un mes sin ti


Hoy hace un mes que no estas (perdóneme por no hablarle con el respeto que me enseño, ha habido muchos momentos en que más que una madre ha sido mi amiga).

En otras circunstancias es este momento estaría con el teléfono contándole mis penas para después dejar paso a los sueños o pequeñas alegrías. Ha habido momentos en este mes que me he desubicado al querer marcar su número y caer en la cuenta que nadie me responderá.

Le costó entender decisiones que había tomado, nunca quise entristecerla, usted sola acabo entendiéndolo y apoyándome.

¿Por qué tengo que felicitarla en un día de la madre si yo cada día me acuerdo más de usted mama?

Hay personas que ya no están en mi vida, pensaba que al irse ellas no lo podría aguantar, que me han fallado, de algunas de ellas ni lo podía imaginar,  todo queda en un segundo plano ahora que tú no estás.

Mama, la vida me ofrece nuevas sensaciones que me gustaría compartir con usted, sé o quiero creer, que desde donde ahora esta, las vive a mi lado y no deja de sonreír y soñar.

 Le confieso que estos días no lo he podido evitar, he estado triste, con pena, mi alma llorosa le echa de menos ¿A quién le cuento ahora las locuras que pasan por mi mente y que usted no me dejaba de regañar?

No puedo visitarla donde está, no quiero creerlo, inconscientemente me niego a despedirme dejándola atrás.

Sé que las palabras ya no sirven, que este dolor nunca se acaba de pasar, la vida me ha enseñado que cuando un paso se ha dado, ya no hay vuelta atrás.

Tenía tantas cosas que decirle, tantas cosas que pensaba que me iba a acordar y no es así. Lo único que importa es que ya no está, que con su partida me ha demostrado lo que importa de verdad.

 Se fue el Papa y dolió mucho pero no se puede comparar, no porque no lo quisiera, incluso para él usted era especial.


Las palabras sobran, solo le mando un beso, el beso que ya no le podre dar. 



Enmanuell L 5 de Mayo de 2016