La blanca puerta de la entrada, se ilumina con nuestra
llegada, sigo los pasos de la mano que me guía, soy incapaz de pensar ante su
insinuante y cálida voz.
La llave gira al tiempo que su mano me acaricia la espalda invitándome
a entrar.
-¿Preparada amor?- sus palabras erizan mi piel intuyendo sus
pensamientos.
La chimenea inunda el salón de su casa, su tenue luz deja
entrever cada detalle bien organizado.
Siento su cuerpo pegado al mío, el frió intenso se convierte
en un calor abrasador al notar la erección de su pene.
Su boca se acerca a mi cuello, besándomelo con delicadeza,
sus palabras invitándome a descubrir cada rincón de su casa me hipnotiza.
El suave tacto de sus
manos recorriendo mis caderas, descendiendo por mis piernas dibujando semi círculos
perfectos, mi vestido se adhiere al vaivén de sus movimientos, ascendiendo por mi cuerpo
tembloroso.
Su cuerpo despide calor, calor de hombre sabedor de su poder
sobre mí, sonríe al notar mis pechos
erectos al tacto de sus manos.
Su respiración se acelera al compás de la mía, guía mi mano
a su vaquero.
-Te voy a hacer sentir toda mi dureza
mi amor, te voy a romper toda, voy a saciar el deseo de tu cuerpo recorriéndote
con mi lengua, bebiendo el dulce sabor de tu excitación- se atreve a más y se hace espacio entre mi sujetador y mis
pechos, amasándomelos y pellizcando mis sensibles pezones.
Mis tetas continúan
siendo castigadas. En un principio, solo permito que me tire suavemente y me
magreara, ahora el sostenía los pezones con fuerza y yo era la que se echaba
hacia atrás enérgicamente, haciendo el efecto de unas pinzas en mis duros
pezones.
Cada vez
que me echaba hacia detrás, el bulto de mi pervertido compañero se hincaba en mi culo. Espectacular, el placer
se dirige directo a mi clítoris, probándome calambres de deseo, deseando ser
tocada más a fondo. La música que ha escogido recubre mis oídos evitando percibir
sus gemidos indecentes saliendo de su boca, no me importa, sólo quiero que su deseo no pare.
Observó a través del espejo de su dormitorio, la cara de placer del susodicho al comenzar a
masturbar su pene.
Él
abandona mis pechos para meter la mano en sus pantalones y acariciar su pene
totalmente empapado en flujos y comenzó a frotar suavemente haciendo que mis
ojos se queden en blanco. Vuelvo a observarlo a
través del espejo, sus ojos no pueden mantenerse fijos en ningún lugar.
Su mano recorre con maestría mi clítoris, dos dedos de su mano
me penetran con una embestida seca y su
otra mano masajea mi clítoris con
énfasis haciendo que el orgasmo me inunde.
Mis piernas se vuelven
débiles y comienzan a flaquear, su cuerpo me sirve de apoyo, hubiera caído al
suelo allí mismo.
Observo como disfrutaba
con una sonrisa mientras mis orgasmos se repiten ante él y ante el espejo.
Aún sofocada, pero sin querer que se
separare mucho de mí, jadea agarrando su miembro y le
pido que me penetre. No se niega
a mi húmeda suplica, me besa haciéndose hueco entre mis piernas, agarra su verga, la pasa a lo largo de mis labios inferiores, acariciando con su glande mi clítoris terminando por ir
introduciendo lentamente el miembro, el glande dentro de mí, metiéndolo y sacándolo
varias veces.
Pretende ir aumentando la profundidad de la penetración lentamente,
pero yo me agarró a su cuerpo, abrió más
mis piernas susurrándole..... "No me hagas sufrir... la quiero toda dentro"
.
Agarrándome fuerte de su cuerpo,
apretando hacía mi consigo excitarle aún más y empieza a penetrarme con fuerza, con
rabia y lujuria. No sé cuánto tiempo aguantare
a este ritmo, pero me aferro a él con mis piernas y brazos, como si quisiera que fueran
más potentes aun sus embestidas contra mí.
Pasado un tiempo, no sé cuánto, se
retira, me agarra de la cintura indicándome que me dé la vuelta,
a cuatro patas, me dirige al
borde de la cama, aun con esa mirada de rabia y deseo contenido, no me hace
esperar mucho.
Rápido, enfila su verga a mí de
nuevo y rápido recupera el ritmo de penetración y yo mis gemidos. Mientras me
penetra en esa postura empieza a acariciar mi ano, en un momento dado le indicó que presione más fuerte en mi ano.
Así lo hace y pronto empieza a introducirme su dedo. Le sorprende la facilidad con la que
entra su dedo en mi ano, introduce el segundo dedo, haciéndome gemir con más intensidad.
Consigue que entren los dos dedos y
los mantiene un poco moviéndolos, dilatando mi cuerpo a su
antojo.
Me sonríe al decirme que va a explorar mi ano con su verga.
Asiento y le digo que
lo haga con cuidado, despacio,
primero el glande, empuja despacio, lo introduce y lo saca, esta notar que se ha dilatado mi ano, a
continuación introduce su glande, pero no para ahí, continua empujando dejándome
gemidos mezclados con quejas de dolor, mi cuerpo comienza e a recular terminando
de meter toda su verga.
En pocos empujones su verga se
deslizaba fácil por mi ano, dejó de quejarse porque me haga daño y lo único que sale de mi boca son gemidos de placer.
Me acaricio el clítoris y sigo gimiendo, esta situación me pone de lo más cachonda
. En un momento dado, se retira, juega con mi cuerpo poniéndome boca arriba, agarra un cojín lo pone debajo de
mi culo para alzarlo un poco, mis piernas, las dos sobre el mismo hombro y
busca de nuevo mi ano, me penetra de
nuevo y enseguida retoma el ritmo de penetración, su cara es maravillosa, al
ver el placer que le estoy provocando, viéndolo sometido a mí, viendo como la
gusta todo lo que me está haciendo.
Mis piernas empiezan a templar, intenta aguantar más sin llegar al orgasmo,
yo cada vez me acaricio con más fuerza el clítoris, pequeños espasmos estiran mi cuerpo, el cuello, cierro los ojos y no deja de acariciar mi clítoris con su mano, agarrando las sabanas, mi aguante estaba
llegando a su fin, noto como me estaba llegando ese momento tan increíble de
explotar.
Consigo mi orgasmo veinte o treinta segundo antes, casi al unísono los dos
gemimos fuerte, su semen ya no quiere permanecer dentro de él y con varias
explosiones increíbles de placer, deja que se lo disfrute.
El esfuerzo hizo mella en mí dejándome tirada sobre él besándolo y diciendo que
había sido mi mejor experiencia sexual con un hombre. Estuve tendida en su cama
diez minutos apenas sin hablar recuperándome y gozando de la experiencia,
cuando caí que tenía que regresar de nuevo a mi ciudad me puse en pie me vestí
rápidamente y quedé con él que todo esto teníamos que repetirlo.
Enmanuell L 3 de Agosto de 2015
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