miércoles, 10 de junio de 2015

Destino....placer




Viajar a Argentina siempre había sido uno de  mis sueños,  tras seis meses ahorrando al fin tenía en mi mano el billete de avión con el itinerario a seguir,  la semana que iba a visitar ese país.


Una noche cerrada, deje atrás España para cumplir mi sueño, doce horas de viaje sin transbordo, un sinfín  de incógnitas que descubrir al pisar suelo Argentino, hacían que mi estado de nerviosismo aumentara.

Las azafatas, con su innegable acento seductor eran muy amables y amigables. Descendí cada uno de los escalones que pondrían bajo mis pies mi sueño.





El clásico silbido de mi móvil, avisándome de los mensajes recibidos, hace que baje de mi nube. 

Entre ellos, recibo uno del chico  que siempre me hizo sonreír con su simpatía y lo provocador de sus palabras.

Una sonrisa pícara aparece en mi rostro, ahora seré yo quien le rete, ya que él no sabe de mi viaje a su país.   

Sabiendo de antemano cuál es su trabajo, localizo la ruta que día a día realiza.

Esteban es un chico moreno, algo mayor que yo, de ojos marrones y  cálida sonrisa.

Las puertas del bus al fin se abren, frente a mi Esteban uniformado no se percata de la presencia de una española al saludarlo, para él es común debido a la emigración.

Realizo religiosamente el pago de mi billete, su perfume me embriaga al sentirlo tan cerca y pensar que ahora soy yo, quién puede jugar.

Recorro el estrecho pasillo hasta quedar tres filas tras de él, durante quince minutos lo observo, quiero asegurarme que es él quién busco. Le comento sus publicaciones esperando su reacción,  le incito a imaginar mi cercanía, saber cómo actuaria al sentirme. Con cada parada Esteban,  no duda en revisar su celular y contestarme. Sus suaves manos teclean las letras con dulzura, desde mi asiento, la comisura de sus labios al responderme me eriza la piel.

Mi mirada fija sobre él, llama su atención, su mirada, penetrante por el retrovisor, se fija en mi corto vestido, me recorre lentamente  con ella sin apenas disimular. Parada a parada, los pasajeros dejan lugar a un silencio deseado.

Soy su única pasajera  recorriendo los pequeños barrios,  su mirada continua fija en mí, recibe  un nuevo mensaje mío ¿qué ocurriría si solo estuviéramos los dos en este momento?

Su respuesta no tarda en llegar: Te invitaría a sentarte junto a mí.

Sin apenas dudarlo, recorro los pocos metros que me separan del asiento del copiloto. El calor comienza a ser agobiante. Sin cruzar palabra alguna, me mira y sonríe.

-¿Qué harías si eso ocurriera?- dejo que mi lengua sacie el calor de mis labios sabiendo que su mirada será mía.

- Desearía ver como  desabrochas uno a uno los botones que oprimen tu pecho.- Sonrió el ver su contestación en mi móvil, dejándolo después sobre el salpicadero.

Me giro sobre mi asiento, quedando frente a él, sus ojos incitan fuego, su mezcla entre incredulidad y deseo, me reta a continuar.  Cruzo mis piernas dejando que sea el juego de mis piernas quien lo atraiga, rozo mi cuello con la yema de mis dedos, probocándolo al dejarlos bajar por mi escote.

Los móviles han pasado a un segundo plano, sobran las palabras, su excitación es patente, sus vaqueros no pueden disimularlo.

Esteban intenta conducir siéndole cada vez más imposible.  Mis pies, descalzos, rozan su muslo, mi mira fijamente, mis labios húmedos reclaman su atención.

La oscuridad se hace patente, frente a nosotros queda la terminal, última parada de la jornada.

¿Qué desearías que ocurriera ahora?- mis palabras cargadas de intención incrementan su excitación. Suspira antes de contestar.

-Desearía que te acercaras a mí despacio.- sin dudarlo  me dirijo a mi destino, deslizándome frente a él hasta quedar apoyada en el volante.

Su cuerpo arde ante mi presencia, su mirada me recorre sin atreverse a tocarme, se acerca con delicadeza, su mano roza mi pecho sin prisa, recorre mi cuello y mis labios, ahora es mi respiración la que se entrecorta, su mano izquierda dibuja un camino sedoso en mis muslos, juega sobre la tela que me cubre haciéndome gemir. Levanta mi cuerpo con sus brazos, dejándome sentir su virilidad.

Sus labios pasean rozando mi cara al  susurrarme: - ahora desearía besar tus pechos.

El ardor me quema, no articulo las palabras, dejo caer mi cuello invitándolo a hacerlo. Sus pasos son increíblemente pausados y placenteros, haciendo que lo deseé.

Desliza mi vestido dejándolo  caer sobre mis brazos, desliza mi sujetador dejando descubiertos mis senos erectos, su lengua deja su huella en ellos, los pellizca con dulzura al principio, su cuerpo cada vez más cercano al mío, invita a mis piernas abrirse a su deseo.

Los suspiros que sus dientes despiertan en mí, aceleran su locura. Siento sus dedos recorriendo  mi ropa interior, suavemente con semi círculos apasionados, mojando de forma incontrolable mi tanga.

Su boca disfruta mis pechos, su mano recorre con maestría mi clítoris, siento una oleada ardiente dentro de mí, mis piernas comienzan a temblar……..


Enmanuell L 11 de Junio de 2015











5 comentarios:

  1. Haces que todo sea como una realidad alimentada de pasión, leerte es casi vívirlo.
    Esos detalles que incitan tanto, que dejas entrever y ponen la imaginación a volar.
    Un beso escritora.

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    1. Tus palabras siempre me dan aliento. Un beso poeta.

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    2. Tus palabras siempre me dan aliento. Un beso poeta.

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    3. Tus palabras siempre me dan aliento. Un beso poeta.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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