martes, 4 de noviembre de 2014

Descansa, Papa.



El día amanece, un día triste, casi estremece. Salir a la calle, serpenteando entre la gente.

La lluvia despeja, una noche doliente.

Tu sonrisa parece latente, descansar de una vida que te hirió mortalmente. Tus ojos cerrados, me hacen llorar de forma permanente.

Respiro la fría brisa, que  me acoge gélidamente, es un dolor que he intentado tener lejos de mi mente.

Recuerdos, sonrisas, llantos, no hay espacio para la demás gente, solo la familia, permanece unida fuertemente.

Preguntan cómo te sientes ¿cómo explicarlo si tú misma no entiendes lo que siente tu mente?

No sufres, no ríes, tu cuerpo esta inerte.

Deseo pensar que te sientes complaciente, que recibes todo lo que una vida supo ofrecerte, recibir de los demás, el valor, la cortesía, el cariño y respeto que ofreciste el tiempo que tu corazón se mantuvo latente.

Te observo fijamente, soy parte de ti, soy parte de lo que deseaste dejar en el presente.

Hoy estoy  cansada, derrotada, sin entenderte ¿por qué tuve que perderte cuando aún tenías tanto que ofrecerme?

Descansas, callado, observando, en un gesto congelado, se acabó tu tiempo, papa, jamás estarás en el pasado.

Estarás en mi futuro, en mi corazón, en mi mente, en cada momento triste y también en el más especialmente preparado.

No lo dudes, dejas huella, en tus hijos, tus nietos y también en ella, la mujer que estuvo a tu lado, unas veces de buenas, otras te dio de lado en cada uno de vuestros enfados.

Lo siento, no me siento fuerte, tu decisión me ha sacudido fuerte.

Has decidido cómo y cuándo irte, estabas demasiado cansado, tu cuerpo dijo   : hasta aquí he llegado.  
Seis hijos, seis dolientes, seis partes de un cuerpo mutilado, cada uno de nosotros respetamos, la forma en la que decides irte de nuestro lado, no lo asumimos, no lo aceptamos, es tu decisión, algo que solo estaba en tu mano.

De camino a tu destino, observo el cielo, el sol y la luna se han dado la mano, ambos han decidido acunarte cuando viajes a su lado.

Me pierdo en la esperanza, has dejado atrás con una sonrisa, tan amargo trago. Te acompaño en tu viaje,  un fuego helado será tu más fiel aliado.

Descansa, Papa, el sol,  el viento y la luna harán que no sufras más,  te queremos, no lo dudes, nos has dejado un hermoso legado que jamás podremos olvidar.


Enmanuell L 




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