A cinco minutos de ti
El día no había empezado bien, la
discusión en casa acababa de ser más fuerte de lo habitual, la casa me estaba
agobiando, recorriendo una y otra vez las mismas zonas.
Necesitaba salir de casa, sin
saber dónde ir, mi top color vino y la minifalda vaquera, llaman mi atención.
La necesidad de salir es
incipiente, las dos prendas son lo único que cubre mi cuerpo, recojo mi pelo en
un alborotado recogido, cruzo mi bolso en mi cuello y traspaso la puerta
intentando dejar atrás mis pensamientos.
Bajo las escaleras sin rumbo,
llegando a pie de calle, observo a un lado y a otro sintiendo el agobio de la
gente a mí alrededor.
Sin saber el porqué, levanto la
mano y llamo un taxi. En pocos minutos,
un taxi para junto a mí, el chico lleva gafas
y una barba muy sugerente.
Me pregunta la dirección y
simplemente le digo que conduzca, así lo hace, las lágrimas afloran en mis ojos
sin pretenderlo.
Por el retrovisor siento como me
mira, sus ojos me penetran, mis manos desean atraérlo subiendo mi falda, siento
sus ojos en mi cuerpo, mis lágrimas
dejan de florecer poco a poco.
Durante algún tiempo conduce sin intercambiar
palabra, dejándome tiempo a querer resabiar la mala tarde.
¿Estás bien? _ Sus palabras me
hacen sonreír dejando entrever mi escote a su mirada, sus sensuales labios
son
recorridos por su húmeda lengua.
El coche se detiene sin avisar
delante de un local que no conozco, su mano aparece tras la puerta invitándome
a salir, sucumbiendo a su invitación, entramos en el local sin hablar, me pide
un combinado.
Sin pretenderlo, sonrío ante un desconocido, la noche pasa
ajetreadamente placentera.
Su mano me incita, sus ojos
verdes me hipnotizan, sigo sus pasos con los latidos de mi corazón acelerado. Entramos en una habitación vip.
La oscuridad me ciega, me mira,
le sonrió, sin entender el por qué confió en el.
Me conduce por el habitáculo
sobre un acolchado asiento de color beige, el tacto de su mano sobre mi espalda
me excita, se acerca a mi despacio, dejándome sentir cada uno de los momentos,
su excitación es palpable entre mis piernas.
Sus ojos fijos en mi me penetran,
dejo que sus dejos me recorran bajando por el escote de mi top, dejando poco a
poco mis pechos descubiertos.
Saborea mi aureola al tiempo que acerca su boca,
siento su aliento por momentos más cálido, no deseo rechazarlo dejando que se acerque su virilidad
a mi clítoris.
Mis gemidos aceleran sus
caricias, mis manos desabrochan su vaquero dejándome acariciar lo que tanto deseo.
Su mirada se nubla al
acariciarle, sonrió, ahora está bajo mi hechizo, dejo que mi boca aplaque o
acelere su deseo.
Siento como acrecientan el ritmo de
su cuerpo, su respiración me excita.
Sus sedosas manos acarician mi pelo con determinación, en el clímax
más deseado aparta mi boca de él.
Su mano ronda mi pierna, sube por
ella al tiempo que mi falda ofrece mi sexo desnudo a él. Me acaricia suavemente
aumentando mi humedad, haciendo que mis brazos se apoyen en su cálida
piel. Su boca ansiosa, se deleita en mis
pechos dando pequeños mordisquitos a mis pezones, desatando en mí, la lujuria
oculta que está deseando desatada.
Disfruto con cada uno de los
movimientos de su cuerpo en el mío, su boca recorre mi cuerpo, sus palabras me
excitan convirtiéndome en una mujer nueva.
¿Preparada? – me sonríe mirándome
a los ojos, asiento con deseo y temor.
Su pene erguido masajea mi
clítoris una y otra vez, el placer que siento me enloquece mi impaciencia,
abriéndome a él como una amapola.
Su mirada encendida me penetra al
mismo tiempo que su cuerpo entra en mi incesantemente, dejándome sin
respiración.
Durante quince minutos, su cuerpo
y mi cuerpo se entrelazan haciéndome descubrir posturas y sensaciones nuevas.
La música nos devuelve la calma,
de madrugada la vuelta a casa es silenciosa y relajada, abriéndome la puerta al
salir, se ofrece a ser mi taxista particular, cosa que sin duda, le volveré a
reclamar.
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