miércoles, 21 de mayo de 2014

Carta a un maestro ( segunda parte)





Despierto acurrucada en mi sofá, los rayos del sol acarician mis ojos. Me mantengo inmóvil diez minutos, recordando la noche anterior.


Sin darme cuenta he vuelto a desear que sus manos esculpan mi cuerpo, a sufrir sus silencios, a desear sus besos en mis labios y mi sexo. A sentir su pasión y sus deseos más ocultos.

Consciente de mis pensamientos, decido darme una ducha, dejar que sea el agua quien desvanezca cualquier pensamiento que encienda mi cuerpo. Me dirijo a ella descalza, deteniéndome a prepararme un café, al tiempo que dejo correr el agua de la ducha hasta alcanzar la temperatura que deseo.

Frente al espejo, observo mi cuerpo, la sensación de sus manos recorriéndome, sacude mi cuerpo haciendo que mis pechos se ericen.



Mi mente desea borrar mi pensamiento, sorbo un trago de café, si no  me doy prisa,  volveré a llegar tarde al trabajo.

Deslizo la puerta de la ducha, dejando salir el vapor contenido, tras recuperar el aliento, accedo a ella sintiendo el agua abrasador acogiendo mis pies, es perfecto para despejar mi mente.

Pierdo la noción del tiempo dejando caer el agua por mi cuerpo, sintiendo como la cascada  de agua caliente, resbala por mi cabello, golpeando mi cuello. Cierro mis ojos dejándome seducir por el minucioso masaje que me recorre.

Sin casi ver, cojo del estante el gel con aroma a rosas, la crema aromatizada me traslada de vuelta a un mundo de deseo, imaginando que sus ojos me observan, deslizo mis manos por mi cuello, dejando tras de sí, una senda aterciopelada, separándose cada una de mis manos a mis pechos.

Les dedico los mimos que sus manos disfrutarían, mis caderas contoneándose al ritmo que mi deseo crece, mi sexo reclama caricias sumisas.

El gel vuelve a fundirse en mi mano, dejando mi cuerpo cubierto de espuma, dibujando el sendero entre mis pechos y el centro de mi deseo, un escalofrió me recorre, siento sus ojos  tras la mampara, su mirada me incita a disfrutar, la sonrisa que me dedica hace que mis dedos jueguen con mi clítoris ansioso y empapado de deseo.



Gemidos acompasados con el temblor de mi cuerpo, hacen que mi cuerpo comience a sentir debilidad, haciéndome caer de rodillas en la ducha, sumergiéndome en el placer de entregarle cada uno de mis orgasmos.



Enmanuell L 21 de Mayo  2014 

No hay comentarios:

Publicar un comentario