lunes, 17 de noviembre de 2025

Mi soledad y yo

Hay una gran diferencia entre estar sola… y sentir soledad.
Estar sola es un acto de amor propio, una cita contigo misma. Es poder mirarte al espejo y reconocerte, sin necesidad de testigos ni aplausos. Es servirte un café y disfrutar el silencio sin que te pese. Es dormir en la cama entera y no sentir vacío, sino espacio. Es caminar despacio, pensar bonito, curarte con calma. Estar sola, a veces, es elección… y otras veces, es simplemente la vida acomodándote donde puedes florecer sin ruido.

En cambio, la soledad… ay, esa sí duele.
Esa no tiene que ver con cuántas personas te rodean, sino con cuántas te miran sin verte.
La soledad te abraza aunque estés rodeada de risas, te acompaña incluso cuando hay música, y te recuerda, en medio de todo, que te estás sintiendo invisible.
La soledad no está en las paredes vacías, está en el alma cuando ya no hay quien te escuche de verdad,  tanto no ser comprendida.

Pero te voy a decir algo, mujer bonita: estar sola no es estar incompleta.
La soledad enseña, sacude y también te despierta. Y si la aprendes a mirar sin miedo, un día te das cuenta que esa soledad fue el espejo que necesitabas para encontrarte de nuevo.

Así que si hoy estás sola, disfrútalo.
Si te duele la soledad, abrázala.
Porque de ambas se sale más fuerte, más sabia y con un brillo distinto en la mirada.
La soledad es una aliada que te enseña a madurar.

Enmanuelle L 17 de Noviembre de 2025

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