Una noche más el trabajo está siendo intenso, las comandas
no dejan de salir y en la cocina el trabajo parece no adelantarse.
Ya casi no escucho el atronador sonido que accede del
exterior, cientos de personas hablando al
mismo tiempo, tarareo la misma canción una y otra vez sumergiéndome en
el trabajo.
Horas después el silencio comienza a hacerse notar, los últimos
clientes se despiden entre sonrisas de los camareros que los han servido, estos
últimos, toman asiento en la larga mesa que ya han preparado para disfrutar de
la cena antes de dar por terminada la jornada.
Me queda poco para unirme a ellos, por la puerta falsa pido
ayuda a uno de mis compañeros, su tétrica sonrisa acompañada de un ´´es cosa
tuya´´ me devuelve a la cocina.
No tiene mucha importancia, cuando acabe regresare a casa y
podre evadirme de todo.
Ya todo ha quedado en su lugar, dejo la bayeta cerca del
pomo de la puerta satisfecha de mi trabajo, sin haberme percatado el silencio
lo envuelve todo, mis compañeros deben de haber cedido al cansancio y han
decidido irse.
Apago las luces, al fondo el destello del salón me llama la atención,
tras la puerta la escena me deja
paralizada, mis compañeros continúan sentados en sus sillas, mudos, con la
mirada fija observando la zona de los aseos.
Tres golpes secos suenan en la puerta de entrada,
instintivamente acudo sin pensarlo, un grupo de hombres, con signos de haber
luchado entre sí, están frente a mi riendo a carcajadas con garrotes en sus
manos entran a la fuerza en el local, nerviosa corro hacia mis compañeros.
Los gritos de auxilio que proceden de los aseos me
aterrorizan, el dueño del local está siendo apaleado por varios hombres,
increpo a uno de mis compañeros pidiéndole que acuda a su ayuda, con voz
temblorosa solo es capaz de llorar al ver la ferocidad con la que están acabando
con la vida del dueño.
Corro sin pensarlo a pedir ayuda, tiene que parar el ataque,
en mi huida un golpe seco me hace caer al suelo.
No sé el tiempo que ha transcurrido, me despierto sobre una
cama sin poder moverme, mi vista es borrosa, reconozco ese perfume, mi brazo
recibe una caricia, la pena me invade al reconocerlo.
´´No debería ser yo quien hiera esto´´ su mano recorre mi
cara cerrando mis ojos, mis las lágrimas
comienzan a fluir, un sonido seco rompe el silencio.
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