De nuevo mi respiración vuelve a ser agitada, espero ver su
silueta esperando mi llegada en el arcén de la estación.
Bien, un paso detrás de
otro, recorro los pocos metros que me separan de la cafetería donde sé que me
espera.
Bajar los escalones del paso a nivel se convierten en un
suplicio, no sé si estoy haciendo lo que
debo, pero de lo que no cabe duda es que, si lo que deseo.
Miro a mí alrededor, estudiantes a toda prisa me sobrepasan
volviendo mis pasos atrás, frente a mí el ascenso hasta el apeadero me espera, un paso detrás de otro, mis manos presionan
con fuerza mi abrigo, aún estoy a tiempo de volver atrás.
Los últimos dos escalones,
mi corazón se sobresalta, mi piel se eriza, sonrió, no se ha percatado de mi paso al
bajar del tren, al girarse esto frente a él.
No sé bien describir su reacción, ¿sorpresa?¿ desilusión? Son unos segundos interminables, se gira al presentir mi mirada, me sonríe acercándose
a mi.
Un beso sella nuestro saludo, no hay nada que forzar ni nada
que preguntar, ambos lo deseamos.
Su brazo recorre mi cintura invitándome a salir del
apeadero, nos dirigimos a la parada de taxi, mis nervios son tan patentes que
me excuso para ir al aseo.
Apenas puedo volver a su lado, el temblor de mi cuerpo me lo
impide, su aroma me ha invadido, el sabor de sus labios, la decisión con la que
me abraza, su sonrisa incrédula.
Me espera a la salida con una sonrisa, me hace sentir cómoda
a su lado, preguntas obligadas nos permiten llegar hasta la parada de taxis.
Es todo un caballero al abrir la puerta invitándome a
acceder al taxi, me sorprende si, se
acomoda a mi lado sonriéndome al tiempo que acaricia mi mano.
Todo es muy formal ante el taxista, es fácil reconocer
nuestros acentos, somos transeúntes en
una ciudad de paso.
Las obras frente al hotel cubren los grandes maceteros que
nos dan la bienvenida, siento su mano al
entrelazarse con la mía, es muy suave a la vez que segura. Subimos los escasos
escalones que nos separan de la recepción de dicho hotel.
Una chica con grandes ojos marrones uniformada en un traje gris
intenta descifrar si ambos somos pareja o simplemente amantes por unas horas. Atentamente
confirma la reserva con una sonrisa al
tiempo que desliza su mano ofreciéndole la llave y contraseña de la habitación.
Sonrió, mi cuerpo reacciona a su cercanía al dirigirnos al
ascensor, nuevamente vuelve a sorprenderme, me excita el aroma que desprende. Juntos a nosotros, una pareja extranjera se
adentra en el pequeño habitáculo, no dejan de hablar y sonreírse delatando el
estado de excitación que los invade.
Respiro profundamente, miro su rostro, sus labios, el perfil
de su barbilla, me deleito disfrutando de cada centímetro de su piel grabándolos
en mi mente.
La puerta del ascensor se abre, la pareja que nos acompaña salen decididos a disfrutar.
Me mira sin pestañear acelerando mi ritmo cardíaco, cada
segundo que pasa estamos más cerca del momento que tanto deseamos.
Cuarta planta, su mano vuelve a acariciar mi cintura invitándome
a recorrer el pasillo que nos separa de nuestra habitación…..
Enmanuell L 6 de Febrero de 2017