La
vuelta a casa fue silenciosa, Miguel conducía escuchando su emisora preferida,
yo miraba tras el gélido cristal de la ventana, la noche anterior había dejado
recuerdos grabados a fuego en mi mente.
Salvador
me había dominado consiguiendo satisfacerme en cada uno de los momentos. Su
habilidad, el fuego de sus labios, la
fuerza de sus embestidas me excitaba solo con recordarlo.
A la
mañana siguiente despierto sobresaltada, las escenas en mi mente se repiten sin
cesar, al girar mi cabeza Miguel continua dormido, la alarma de su móvil no
deja de sonar, silenciosamente salgo de la cama y me dirijo al salón, sobre la
mesa su móvil, retraso el nuevo aviso de alarma y vuelvo a dejar el teléfono.
Deslizo mi mano por mi cabello, tomaré una infusión y volveré a la cama.
Repaso
mentalmente la noche anterior, mi cuerpo comienza a vibrar, cruzo el pasillo
descalza, mis ojos quedan fijos en el teléfono de Miguel, observo como duerme y
vuelvo al salón.
Imágenes
de chicas rebosan en cada una de las carpetas, sonrió.
Decido revisar el
registro de llamadas, la última es de Salvador antes de nuestra alocada cita,
mis dedos reaccionan solos perfilando mis labios. ¿Me atreveré a llamar?
-Hola... -Estoy bastante nerviosa y no
me salen las palabras.
-¿Dígame? -Responde una dulce voz al
otro lado.
-Sí. –mí nerviosismo es evidente -¿Me
recuerdas? Nos conocimos anoche, acompañaba a Miguel.
-Claro, como olvidarte.
Mis manos tiemblan intentando relajar mi
voz, deseosa de quedar con él no dilato más y se lo propongo directamente.
-Por
supuesto, me imaginé que así sería, yo también deseaba hablar nuevamente
contigo, pero entenderás que me gustaría antes tomar algo y así conocernos bien.
Me da la dirección de un bar del centro.
Lo conozco, aunque nunca he entrado.
Quedamos en vernos allí el viernes por
la noche. Los días pasan despacio, pero al fin llega el momento. Intento elegir
ropa provocativa, para causar buena impresión. Es curioso, porque nunca imaginé
que nos citaríamos para conocernos mejor.
Entro en el bar llego un par de
minutos tarde, por culpa del aparcamiento, así que espero que este allí. Lo
único que se de él es que se llama Salvador.
La localizo enseguida. Me mira, sus ojos
marrones me entusiasman. Hace un gesto al verme, pero no le veo muy convencido.
Supongo que la idea de tener una cita conmigo no le hará especial ilusión, pero
si estamos en esta situación será porque de alguna manera ha accedido a ello.
Nos saludamos con un par de besos.
Hablamos, primero de cosas banales,
después de cosas más relacionadas con el sexo, pues al fin y al cabo para
ello habíamos quedado y todo hace indicar en que no habrá ningún problema.
Me caen bien, Salvador tiene una
personalidad arrolladora. Es el centro de la conversación, y yo ya fantaseo con
que más adelante lo será de un encuentro sexual que espero con ganas.
Él me parece que está muy bueno. Es
atractivo, alegre, tiene una sonrisa muy bonita y unos ojos marrones que embelesan
a cualquiera. No sabría decir cuántos años tiene, unos 45, quizá 50. Es
comercial, pienso que en su trabajo debe traer loca a más de una.
Me mira, diría que están buscando mi
aprobación para acceder a su juego.
-Me gustas, así que si te parece bien
podemos acabar de tomar las cervezas e ir a mi casa. Vivo aquí al lado, a cinco
minutos a pie.
-Perfecto, tú a mí también, la verdad.
-Digo escuetamente.
-Lo único, te quería proponer una cosa,
no tienes por qué aceptarla.
Dime, seguro que no es para tanto.
-Tenía cierta curiosidad.
-Tengo algunas fantasías en mente, alguna
vez las he propuesto, pero que nunca he conseguido. Tú, ¿las harías?
La sensación que me produce es bastante placentera, mi tanga se inunda de
humedad al rozar mis muslos, sin duda me provoca acceder a cada una de sus
pretensiones y sé lo hago saber con una sonrisa. Acabamos las cervezas y
salimos del local.
Vamos caminando hacia su piso. Llegamos
por fin y subimos el ascensor es un cuarto. Mejor, la tensión entre ambos
aumenta con la cercanía de nuestros labios, su mano rodea mi cintura
presionando su cuerpo contra el mío, sonríe al sentir el poder que tiene sobre
mi deseo.
Entramos a su casa y él me ofrece algo
de beber. Lo rechazo con educación mientras nos dirigimos al salón.
-¿Estás segura de querer hacerlo? -Me
pregunta.
-Claro. -Yo no sé si lanzarme a besar
sus labios, es una situación algo extraña.
-Yo tengo muchas ganas de poseerte.
-Sorpresivamente esa afirmación sale de boca de Salvador.
-Y yo de que lo hagas, de verdad. -Aseguro.
-Vale, tengo una idea. ¿Por qué no me esperas
en la habitación mientras voy al baño? Así, cuando vuelva empezamos con los besos
y ya nos arrancamos los dos. -Dice sonriente, pero con un deje que hace que me
ponga cachonda.
-Perfecto. -Respondo.
-En ropa interior, por favor. Quiero
ponerme caliente en cuanto entre y te vea.
Continuara……
Enmanuell L 17 de Enero de 2016